MADRID, 14 (EUROPA PRESS)
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Ahora un nuevo estudio, realizado por investigadores de la Universidad de Oxford (Reino Unido), concluye que las selvas tropicales taladas son tesoros de funciones ecológicas saludables y no deberían descartarse para las plantaciones de palma aceitera.
El autor principal, Yadvinder Malhi, catedrático de Ciencias de los Ecosistemas del Instituto del Cambio Ambiental de la Universidad de Oxford, recuerda que les sorprendió mucho "la cantidad de energía que circulaba por los bosques talados en comparación con los antiguos, y que circulaba por la misma diversidad de especies que en los antiguos. No esperábamos que el bosque talado fuera tan vibrante desde el punto de vista ecológico", asegura.
La investigación, publicada en la revista 'Nature', aborda esta cuestión desde la perspectiva de la energética de los ecosistemas, es decir, la cascada de energía que va de las plantas a los mamíferos y las aves a través de los alimentos que consumen. El equipo de investigadores combinó más de 36.000 mediciones de árboles, raíces y copas con datos poblacionales de 248 especies de vertebrados de bosques antiguos, bosques talados y plantaciones de palma aceitera en Borneo.
Sorprendentemente, el estudio descubrió que el flujo de energía ecológica a través del bosque talado era 2,5 veces mayor que en el bosque antiguo, antes de colapsarse en las plantaciones de palma aceitera. El bosque talado mantenía densidades similares o superiores de casi todas las especies de aves y mamíferos.
Los autores subrayan que los bosques antiguos siguen teniendo un inmenso valor ecológico y grandes reservas de carbono, por lo que deben conservarse intactos siempre que sea posible. Pero este estudio cuestiona que se califique a los bosques talados de "degradados" cuando son tan vibrantes desde el punto de vista ecológico. Esta etiqueta puede significar que estos paisajes forestales talados se consideren menos prioritarios para la protección y se talen para dejar paso a la agricultura, como la palma aceitera.
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En este sentido, el profesor Malhi advierte de que, "en los bosques tropicales, y probablemente en muchos otros ecosistemas, no todo lo que parece roto, está roto".
El estudio requirió un recuento meticuloso de casi todas las especies de aves y mamíferos en los remotos lugares de estudio, así como la medición de las tasas de crecimiento de los árboles y de sus hojas y raíces.
El doctor Matthew Struebig, coautor y profesor de Ciencias de la Conservación en la Universidad de Kent, explica que, "a primera hora de la mañana, los ornitólogos escuchaban a los pájaros, mientras que por la noche se dedicaban a atrapar murciélagos en trampas especiales. Mientras tanto, las cámaras de rastreo y las trampas jaula instaladas durante 77.000 noches proporcionaron información muy necesaria sobre mamíferos escurridizos y sigilosos, como musarañas arborícolas, osos malayos y elefantes".
Por su parte, la doctora Terhi Riutta, coautora e investigadora postdoctoral de la Universidad de Exeter, destaca que "este trabajo no habría sido posible sin los muchos años de minucioso trabajo de campo de nuestros socios y asistentes de investigación en Malasia, a menudo en condiciones muy duras".
El profesor Robert Ewers, coautor del Departamento de Ciencias de la Vida del Imperial College de Londres, apostilla en un comunicado que "los ecólogos suelen limitarse a estudiar un aspecto de un ecosistema, como sus árboles o sus aves. Este estudio muestra cómo una investigación meticulosa y conjunta de una amplia gama de especies puede aportar nuevos conocimientos sorprendentes e importantes sobre la naturaleza de los ecosistemas en un mundo dominado por el hombre".