Antes del día de las elecciones intermedias de Estados Unidos, crecía la ansiedad de que se produjera un caos en las urnas.
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Autoridades electorales advirtieron de la presencia de observadores electorales imbuidos de teorías conspirativas que afirmaban falsamente que el entonces presidente Donald Trump realmente no perdió los comicios de 2020. A los demócratas y a grupos defensores del derecho al voto les preocupaban los efectos de nuevas leyes electorales, en algunos estados con gobiernos republicanos, que el presidente Joe Biden censuró, diciendo que se trataba de una nueva versión de la segregación racial. Agencias policiales monitoreaban posibles amenazas en las casillas.
A pesar de ello, la jornada electoral, y la votación anticipada en las semanas previas, se llevó a cabo sin contratiempos en general. Hubo algunos reportes de observadores electorales revoltosos que perturbaron la votación, pero fueron aislados. Grupos de ciudadanos armados comenzaron a vigilar un puñado de buzones electorales en Arizona hasta que un juez les ordenó mantenerse lejos para asegurar que no intimidarían a los electores. Y aunque podría llevarse meses dilucidar qué tanto impacto tuvieron, las leyes electorales respaldadas por el Partido Republicano implementadas después de los comicios de 2020 no parecieron haber provocado alteraciones mayores en la forma en que lo hicieron durante las primarias de marzo en Texas.
“De muchas formas todo el ecosistema se ha vuelto más resistente luego del 2020”, dijo Amber McReynolds, exdirectora electoral de Denver que asesora a diversas organizaciones defensoras del derecho al voto. “Ha habido mucho trabajo para asegurar que las cosas salieran bien”.
A pesar de que algunos de los peores temores de los expertos en comicios no se cumplieron, de todas formas algunos votantes experimentaron los tipos de errores de rutina que ocurren en pequeña escala en cada elección. Muchos de ellos recayeron en forma desproporcionada sobre votantes negros e hispanos.
“Las cosas salieron mejor a lo esperado”, dijo Amir Badat del Fondo de Defensa Legal de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color (NAACP, por sus siglas en inglés). “Pero tenemos que decir eso con una salvedad: nuestras expectativas son bajas”.
Badat dijo que su organización registró largas filas en varias casillas electorales desde Carolina del Sur hasta Texas.
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Hubo problemas en particular en el condado Harris, Texas, en el que se encuentra Houston. La escasez de boletas de papel y el hecho de que cuando menos una casilla abrió tarde derivaron en largas filas y ello desató una investigación de ese condado predominantemente demócrata por parte de las autoridades republicanas estatales.
La investigación es en parte un reflejo de cómo ciertas complicaciones en la jornada electoral están recayendo cada vez más sobre votantes republicanos, a los que Trump y sus aliados han desalentado de utilizar boletas enviadas por correo o efectuar votaciones anticipadas en persona. Pero es un problema muy distinto a lo que Texas tuvo durante su primaria de marzo.
En ese entonces, una controvertida nueva ley electoral que incrementó los requisitos de las boletas enviadas por correo derivó en que aproximadamente el 13% de todas esas boletas fueran rechazadas, una cifra mucho más elevada en comparación con otros comicios. Fue una señal inquietante para una ola de nuevas leyes, aprobadas luego de la derrota de Trump ante Biden y afirmaciones falsas en torno al voto por correo, pero no ha habido problemas de esa magnitud reportados en los comicios generales.
Texas modificó el diseño de sus boletas enviadas por correo, lo que solucionó muchos de los problemas que tenían los votantes para poner la información que los identificaba en el lugar adecuado. Otros estados que añadieron regulaciones al voto no parecieron tener problemas generalizados, aunque grupos defensores del derecho al sufragio y analistas dicen que se requerirán semanas de revisar información para determinar los impactos que tuvieron las leyes.
El Centro Brennan para la Justicia de la Escuela de Derecho de la universidad NYU está compilando información para determinar si las nuevas leyes sobre el voto en estados como Georgia contribuyeron a un descenso en la participación de los electores negros e hispanos.
Las cifras preliminares muestran que la participación fue menor este año que en las pasadas elecciones intermedias hace cuatro años en Florida, Georgia, Iowa y Texas —cuatro estados que aprobaron restricciones significativas al voto desde los comicios de 2020_, aunque podría haber diversas razones sobre el porqué.
“Es difícil de juzgar, empíricamente, la clase de efecto que estas leyes tienen sobre la participación porque muchos factores influyen en la participación”, dijo Rick Hasen, experto en derecho electoral en la facultad de derecho de la Universidad de California, campus Los Ángeles. “También hay abundante exageración del lado demócrata de que cualquier tipo de cambio en las leyes electorales va a tener un efecto mayúsculo sobre las elecciones, lo que se ha demostrado que no ha sido el caso”.
En Georgia, por ejemplo, los republicanos hicieron que fuese más complicado solicitar boletas por correo después de los comicios de 2020. Entre otras cosas, requirieron que los electores incluyeran su número de licencia de conducir o alguna otra forma de identificación en lugar de una firma. Esa podría ser una razón por la que la popularidad de la votación anticipada en persona se incrementó enormemente en el estado este año, y la participación allí sólo disminuyó ligeramente en comparación con 2018.
Jason Snead, director ejecutivo del Honest Elections Project, un grupo apartidista de corte conservador que está a favor de leyes más estrictas para las votaciones, dijo que la participación bastante robusta en las elecciones intermedias muestra que los temores en torno a las nuevas regulaciones para sufragar eran exagerados.
“Estamos en la parte final de unas elecciones que se suponía serían el fin de la democracia, y en gran medida no fue así”, declaró Snead.
Los observadores electorales fueron una preocupación significativa de grupos por el derecho al voto y las autoridades electorales antes del día de los comicios. Los representantes de los dos partidos políticos más grandes juegan un papel crucial en cualquier proceso de elecciones seguras, observadores acreditados que pueden objetar a lo que consideren son infracciones a las normas.
Pero este año, grupos alineados con propagadores de teorías conspirativas que impugnaron la victoria de Biden en 2020 reclutaron fuertemente a observadores electorales, y algunos estados reportaron que voluntarios agresivos provocaron alteraciones durante las primarias. Pero en noviembre hubo menos problemas.
En Carolina del Norte, donde varios condados habían reportado problemas con observadores electorales en las primarias de mayo, la junta electoral estatal reportó 21 incidentes de mal comportamiento en las casillas durante los comicios generales, la mayor parte durante el periodo de votaciones anticipadas en persona y por miembros de campañas más que de observadores electorales. Los observadores fueron responsables de ocho de los incidentes.
A los expertos en votaciones les sorprendió gratamente que no haya habido más problemas con los observadores electorales, en los que son los segundos comicios consecutivos en que se temía habría una amenaza de observadores republicanos agresivos y ello no se concretó.
“Esto parece ser un incremento con respecto a 2020. ¿Es un pequeño incremento? Sí”, dijo Michael McDonald, experto en ciencias políticas de la Universidad de Florida. “Sigue siendo un ensayo para 2024, y no podemos bajar la guardia”.
Uno de los principales organizadores de la iniciativa de observadores electorales fue Cleta Mitchell, una veterana abogada electoral republicana que participó con Trump en una llamada el 2 de enero de 2020 al máximo funcionario electoral de Georgia cuando el presidente le pidió al estado que “hallara” suficientes votos para declararlo el ganador. Entonces Mitchell lanzó una organización para entrenar a voluntarios que querían vigilar a funcionarios electorales, lo que fue visto como el impulso detrás del incremento en el número de observadores electorales.
Mitchell dijo que el hecho de que las elecciones hayan estado relativamente tranquilas es una reivindicación de que a grupos como el de ella sólo les preocupaba la integridad de los comicios, más que generar alteraciones.
“Cada entrenamiento efectuado por aquellos de nosotros que realizamos ese tipo de entrenamiento incluyó instrucción acerca del comportamiento, y que deben ser ‘pacíficos, lícitos, honestos’", escribió Mitchell en The Federalist, una publicación conservadora en línea. “Sin embargo, sin evidencia, entre más nos acercábamos a la jornada electoral, más histéricos se tornaban los encabezados noticiosos, advirtiendo de violencia en las urnas resultante de un exceso de observadores vigilando el proceso. No ocurrió”.
Los grupos defensores del derecho al voto dicen sentirse aliviados de que sus temores no se concretaron, pero consideran que aún hay amenazas a la democracia en el horizonte rumbo al 2024, en especial luego de que Trump anunció que se postulará de nuevo. Wendy Weiser, experta en votación y elecciones del Centro Brennan, estuvo de acuerdo de que las cosas en general salieron mejor de lo que se preveía.
“Por mucho, no ocurrió un sabotaje”, señaló Weiser. “No creo que eso signifique que ya no enfrentamos peligros”.