KIEV, Ucrania (AP) — Hace más de un año que Yaroslav Vedmid compró unas velas decorativas que no pretendía encender, pero las gotas de cera fría que se ven en los laterales revelan que ahora se utilizan casi cada noche, una consecuencia de los cortes de luz en toda Ucrania.
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Vedmid y su esposa, sentados en su mesa en un pueblo a las afueras de la capital, Kiev, no pueden recordar cuántas veces han comido a oscuras desde que los ataques rusos empezaron a provocar los apagones a principios de octubre. Moscú ha declarado abiertamente su intención de atacar la infraestructura energética del país y sumir el país en el frío.
“Cuando dependes de la electricidad, lo peor es que no puedes hacer planes (...) Psicológicamente es muy incómodo”, dijo Vedmid, de 44 años y que posee un negocio en Bilohorodka. Los cortes son cada vez más largos, casi 12 horas al día, señaló.
Por ahora, Rusia ha destruido un 40% de la infraestructura energética, lo que afecta a 16 regiones, según el gobierno ucraniano.
La última ronda de ataques fue el lunes, cuando un aluvión de drones y misiles rusos de crucero golpeó Kiev, Járkiv y otras ciudades, e interrumpió los suministros de agua y electricidad en una aparente represalia por lo que Moscú describió como un ataque ucraniano a su flota en el Mar Negro.
En Kiev, en torno al 80% de los consumidores de la ciudad de 3 millones de habitantes se quedaron sin agua debido a los daños en una instalación eléctrica. Para el martes se había restaurado todo el servicio de agua corriente y parte de las conexiones eléctricas, aunque 20.000 apartamentos de la región seguían sin luz el martes, según dijo el gobernador, Oleksiy Kuleba.
Los impredecibles cortes de luz aumentan mientras el gobierno trata de estabilizar la red energética y reparar el sistema antes del invierno. Los apagones agravan la angustia y la incertidumbre de una población que ya carga con el estrés de casi nueve meses de guerra.
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En un intento de aliviar las penurias, las empresas energéticas publican horarios diarios de cuándo se quedarán sin luz los vecindarios. Pero no es consistente, especialmente conforme se agravan los ataques. La semana pasada resultó dañada una estación eléctrica que provocó un corte de emergencia e hizo que el gobierno alertara a los ciudadanos de apagones más largos y duros.
“Por desgracia, la destrucción y los daños son graves”, dijo el gobernador de la región de Kiev, Oleksiy Kuleba, en un post de Telegram. “Es necesario prepararse para apagones de emergencia durante un tiempo indeterminado”, dijo.
En toda la capital, los vecinos hacen acopio de estufas, mantas, ropa cálida y baterías de reserva para cargar dispositivos electrónicos. Aunque la mayoría de la gente dice estar dispuesta a soportar los apagones por el bien de la guerra, la frecuencia y los cambios en los apagones resultan agotadores.
El gobierno tiene previsto cambiar el horario del metro de Kiev a partir del martes para aumentar los tiempos de espera y ahorrar energía.
El día que The Associated Press visitó la casa de Vedmid en octubre, hubo un corte de luz no previsto de cinco horas y después otro programado durante la cena.
Cada vez que se corta la electricidad, la familia pierde su conexión a internet. Como el pueblo también tiene una red telefónica inestable, a menudo se quedan incomunicados.
Vedmid miró su celular y se encogió de hombros. Google Maps no funcionaba, y no sabía cuánto tardaría en llegar a la estación de tren para un viaje que tenía previsto con su esposa al campo.
Su mayor preocupación eran los meses por venir, cuando la temperatura podría alcanzar los 20 grados Celsius bajo cero (4 grados Fahrenheit bajo cero). “Mi mayor temor es la parte fría de la temporada, el invierno, porque ahora mismo afecta a nuestra comodidad pero no pone nuestra vida en peligro”, explicó.
La familia ha encargado un generador que debería instalarse para diciembre, pero la demanda ha subido y no todo el mundo puede permitirse comprar uno o el combustible para mantenerlo en marcha. El diésel cuesta el doble que antes de la guerra, según los habitantes de la zona.
Aun así, algunos han encontrado un lado bueno en los apagones. La esposa de Vedmid, Olena, dice que lee más libros en lugar de refrescar constantemente para buscar las últimas noticias de la guerra en internet. Eso le ayuda a sentirse menos ansiosa.
El daño podría repararse en cuestión de semanas si no fuera por los constantes ataques rusos y la falta de material de reparaciones, que en gran parte tiene que importarse, según expertos en energía.
“El principal peligro son los ataques repetidos de misiles”, dijo el profesor Gennadii Riabtsev, investigador jefe de seguridad energética en el Instituto Nacional de Estudios Estratégicos. La población en ciudades cerca del frente, como Mykolaiv, Zaporiyia y Járkiv, serán la más castigada por los apagones, señaló.
La principal compañía ucraniana de energía, DTEK, dice que se ha quedado sin equipamiento para reparaciones. El coste del material que hace falta es de cientos de millones de dólares.
Es probable que Rusia continúe la guerra durante el invierno con la esperanza de debilitar el apoyo occidental a Ucrania y “congelar a Europa hasta la rendición", según un reporte publicado esta semana por el Institute for the Study of War, un centro de estudios con sede en Washington.
Los residentes cerca del frente dicen que se preparan para que la situación empeore.
Mariia Chupinina tenía apagones en Járkiv antes incluso de que comenzaran los cortes de luz programados esta semana. Chupinina acoge a niños huérfanos y vive en el quinto puso de un edificio de apartamentos, donde cuida a cuatro bebés de menos de un año. Cuando no hay electricidad es imposible calentar el apartamento, y cada vez que salen tienen que bajar cinco pisos de escaleras en la oscuridad, dijo a AP por teléfono.
Si olvida planificarlo con antelación, señaló, los bebés no tendrán nada que comer. “Si no lo tienes preparado, no tienes tiempo para llenar los termos, y no hay agua caliente ni fórmula”, dijo.