MADRID, 3 (EUROPA PRESS)
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Las diminutas vibraciones de la Tierra llamadas microsismos son omnipresentes, pero los investigadores no han tenido una forma de identificar sus fuentes en el mar. Un uso innovador de los equipos de telecomunicaciones ha cambiado eso.
En la investigación ahora publicada en Geophysical Research Letters, se logró medir la pequeña cantidad de luz que rebotaba a través del cable, una técnica llamada detección acústica distribuida (DAS). Cuando las vibraciones sísmicas perturbaron el cable, cambiaron la forma en que la luz regresaba a la fuente y permitieron a los investigadores identificar los orígenes de los microsismos.
Los investigadores encontraron que las microvibraciones emanaban de regiones de origen entre unos pocos kilómetros y unos 10 kilómetros de ancho, pero esta región de origen migró dentro de una banda entre 7 y 27 kilómetros de la costa, donde el océano tenía entre 25 y 100 metros de profundidad. Sin embargo, donde las vibraciones eran más fuertes no siempre era cerca de la fuente de los microsismos. A veces eran más fuertes en áreas más cercanas o más alejadas de la costa.
Los investigadores plantean la hipótesis de que este comportamiento en constante cambio es posible porque las interacciones ola-ola en la superficie del mar son las que causan los microsismos, y la naturaleza variable de los vientos locales significa que la acción de las olas también cambia.
Mientras tanto, las propiedades del entorno submarino, como la profundidad, la pendiente del fondo marino y la velocidad sísmica de la estructura del subsuelo, también podrían influir en los microsismos, lo que quizás explique por qué no siempre fueron más fuertes cerca de la fuente y sugiere que la excitación de los microsismos probablemente difiere según la batimetría.