Roc, un trabajador sexual y actor de películas para adultos, se sintió aliviado cuando fue uno de los primeros españoles que recibió la vacuna contra la viruela del mono. Estaba al tanto de varios casos de contagios entre hombres que mantienen relaciones sexuales con otros hombres—la principal forma de transmisión— y pensaba que él podía ser el próximo.
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“Llegué a casa y pensé, ‘Dios mío, me salvé’”, declaró este hombre de 29 años a la Associated Press.
Sin embargo, la vacuna le llegó demasiado tarde. Roc, que usa ese nombre en su trabajo, había sido infectado por un cliente algunos días antes. Se sumó así a la lista de contagiados en el país europeo con el peor brote de viruela del mono, más esparcida en África y que hace poco empezó a propagarse en otras partes del mundo.
Comenzó a tener síntomas: pústulas, fiebre, conjuntivitis y fatiga. Estuvo incluso hospitalizado, pero ya fue dado de alta.
Las autoridades sanitarias y grupos comunitarios se afanan por contener un brote que ya causó la muerte a dos jóvenes. Se dice que fallecieron de encefalitis, como se denomina a una inflamación del cerebro que puede responder a algunos virus. La mayoría de los contagios de la viruela del mono, no obstante, tienen síntomas leves.
España tiene cuatro mil 577 casos confirmados desde el inicio del brote hace tres meses. Expertos creen que los brotes son producto de dos fiestas en Europa en las que hubo contactos sexuales.
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El único país con más infecciones que España es Estados Unidos, una nación mucho más grande, con siete mil 100 contagios. En total se registran más de 26 mil casos en casi 90 países desde mayo. Se cree que hubo 103 muertes en África, sobre todo en Nigeria y el Congo, donde hay una variante del virus más letal que la de Occidente.
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Expertos del campo de la salud dicen que esta no es una enfermedad que se propaga exclusivamente a través de contactos sexuales, aunque afecta mayormente a gays y hombres bisexuales que se contagiaron por esa vía. Esa comunidad representa el 98% de las infecciones registradas afuera de África. Cualquier persona que mantiene un contacto físico estrecho con una persona infectada, su ropa o sus sábanas puede contagiarse.
Parte del desafío por delante es combatir el virus sin estigmatizar a los hombres que mantienen relaciones con otros hombres, asegurándose de que los sectores más afectados reciben las vacunas y la información adecuada.
España distribuyó cinco mil dosis de la vacuna, que requiere dos dosis para funcionar, y espera otras siete mil de la Unión Europea en los próximos días, según el ministerio de salud. Distintas organizaciones trabajan para garantizar que las vacunas sean distribuidas entre los gays, los bisexuales y las mujeres transgénero.
En Barcelona, BCN Chekpoint, agrupación que trabaja en la prevención del Sida y el VIH en las comunidades gay y trans, está contactando a personas en riesgo y ofreciéndoles una de las preciadas vacunas.
Pep Coll, director médico de BCN Checkpoint, dijo que se da prioridad a las personas que corren peligro de contraer el VIH y están recibiendo tratamientos preventivos, los hombres que mantienen relaciones con muchas personas y quienes participan en encuentros “chemsex” (que combinan relaciones sexuales y consumo de drogas), así como en las personas con respuestas inmunológicas nulas o débiles.
Hay mucha más gente que encaja en esas categorías
“Si hablamos de las personas que están haciendo la PrEP (contra el VIH), más las personas con VIH, estamos hablando de más de 15 mil personas” tan solo en Barcelona, afirmó Coll. La escasez de vacunas aumenta la importancia de las políticas sanitarias preventivas, según los expertos.
Igual que ocurrió con la pandemia del coronavirus, el rastreo de contactos para identificar a personas que podrían estar infectadas es vital. Pero a diferencia del Covid-19, que se transmite a cualquiera a través del aire, el hecho de que la viruela del simio se transmita a través de contactos sexuales hace que mucha gente se muestre reticente a compartir información.
“Estamos teniendo un goteo de casos en crescendo y posiblemente tengamos algún otro fallecido. ¿Por qué? Porque el rastreo de los contactos de casos es muy complicado y por los perfiles de sensibilidad que tienen los afectados, a quienes en ocasiones les cuesta decir quién fue su pareja sexual”, expresó Amós García, epidemiólogo y presidente de la Asociación Española de Vacunología.
España dice que la mayoría de sus contagios involucran a hombres que tuvieron relaciones sexuales con otros hombres y que solo el 5% son mujeres. Pero García dijo que eso puede cambiar y abarcar a toda la población, sin importar su género u orientación sexual, si no se toma conciencia de que mantener relaciones con varias personas aumenta los riesgos.
“Es lo mismo que pasó con el SIDA y el VIH. Llega un momento en que el mayor número de afectados son hombres que tienen relaciones con hombres, y eso puede ser un poco el camino a seguir por esta patología como no seamos conscientes de trasladar el mensaje riguroso a la ciudadanía”, expresó García. Ante la escasez de vacunas y los problemas con los rastreos, se pone más énfasis en la prevención.
Desde un primer momento el gobierno se apoyó en grupos comunitarios
Sebastián Meyer, presidente de la agrupación STOP SIDA, que asiste a la comunidad LGBTQ de Barcelona, dijo que era lógico que su organización y otras como ella fuesen elegidas para transmitir el mensaje acerca de la prevención.
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Si bien los medios fueron bombardeados con información, Meyer dice que todavía queda mucho por hacer. Los médicos recomiendan a los contagiados aislarse hasta que estén totalmente recuperados, lo que puede tomar hasta tres semanas. Y Meyer sostuvo que la gente está cansada de cuidarse tras la pandemia del Covid-19.
“Cuando la gente lee que hay que aislarse, cierra la página y se olvida de lo que leyó”, manifestó Meyer. “Venimos del Covid-19 y otra vez tienes que quedarte aislado tres o cuatro semanas. La gente odia eso y mete la cabeza en la arena”.
Meyer dijo que su organización busca formas de mejorar su mensaje. Expresó que la respuesta no es esperar la vacuna, sino “tener más cuidado. Eso es mucho mejor que la vacuna”.