El primer ministro británico, Boris Johnson, se mostró desafiante el miércoles en sus esfuerzos por mantenerse en el poder tras la renuncia de dos importantes ministros, que dijeron que ya no podían servir bajo un mandato empañado por los escándalos.
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Su primer desafío era resistir la jornada, en la que enfrentaba la sesión semanal de preguntas al primer ministro en el Parlamento, y una comparecencia programada hace tiempo para responder a cuestiones de legisladores de alto rango.
Los meses de descontento en el Partido Conservador, que gobierna el país, por el juicio y la ética del mandatario estallaron el martes por la tarde con la renuncia del jefe del Tesoro, Rishi Sunak, y el secretario de Salud, Sajid Javid, con minutos de diferencia.
En una dura carta de renuncia, Sunak dijo que “el público espera con razón que el gobierno actúe de forma apropiada, competente y seria. Creo que merece la pena luchar por estos estándares y por eso renuncio”.
Javid dijo que el partido necesitaba “humildad, firmeza y una nueva dirección”, pero que “está claro que esta situación no cambiará bajo su mandato”. Johnson sustituyó con rapidez a los dos ministros al ascender a Nadhim Zahawi del Departamento de Educación al Tesoro y convertir a su jefe de gabinete, Steve Barclay, en secretario de Salud.
Pero una serie de renuncias el martes de miembros de menor categoría del gobierno -tanto de la rama más progresista como de la más tradicional del Partido Conservador- indicaba que Johnson no estaba en absoluto fuera de peligro.
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En los últimos meses, Johnson fue multado por la policía y reprendido en una investigación por fiestas del gobierno que incumplieron la cuarentena del coronavirus, superó una moción de no confianza de su partido en el que el 41% de los legisladores conservadores votaron a favor de su destitución y vio cómo antiguos colaboradores leales le instaban a renunciar.
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En todo momento prometió seguir gobernando e incluso sugirió que quería mantenerse en el cargo hasta la década de 2030. La gota que colmó el vaso para Sunak y Javid fueron las cambiantes explicaciones del mandatario sobre su gestión de un escándalo de abusos sexuales.
El legislador Chris Pincher renunció como dirigente del Partido Conservador tras quejas de que había manoseado a dos hombres en un club privado. Eso desencadenó reportes sobre acusaciones previas contra Pincher y preguntas sobre por qué Johnson le había ascendido a un cargo de responsabilidad con autoridad sobre las medidas disciplinarias del partido.
En un principio, Johnson dijo que no estaba al tanto de las acusaciones previas cuando ascendió a Pincher en febrero. Para el lunes, un vocero dijo que Johnson conocía acusaciones que o bien “se habían resuelto o no habían llegado a denuncia formal”.
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Cuando un exfuncionario de alto nivel en la Oficina de Exteriores dijo que Johnson había sido informado sobre una acusación contra Pincher en 2019, la oficina del mandatario volvió a cambiar su versión y dijo que el primer ministro había olvidado que Pincher era objeto de una denuncia oficial.
Fue demasiado para ministros que habían sido enviados a televisoras y emisoras de radio para defender la posición del gobierno, sólo para descubrir que la versión oficial cambiaba con rapidez.
Bim Afolami, que renunció el martes de su puesto de vicepresidente del Partido Conservador, dijo que había estado dispuesto a dar el beneficio de la duda a Johnson, “pero creo que en las últimas semanas hemos visto que las cosas no han mejorado. Han empeorado mucho”.
Los miembros del partido que se oponen a Johnson confiaban en que más ministros siguieran el ejemplo de Sunak y Javid, aunque por ahora, otros miembros del gobierno, como la secretaria de Exteriores, Liz Truss; el secretario de Defensa, Ben Wallace, y la secretaria del Interior, Priti Patel, se mantenían.