MOGADISCIO, Somalia (AP) — En los dos últimos meses, más de dos docenas de niños han muerto de hambre en un mismo hospital en Somalia. El doctor Yahye Abdi Garun ha visto cómo los escuálidos padres llegan renqueantes desde zonas rurales afectadas por la peor sequía en décadas. Y sin embargo, la ayuda humanitaria no llega.
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Poco después de que Rusia invadiera Ucrania, un donante que se preparaba para dar medio millón de dólares a un grupo somalí de ayuda le dijo a su director general, Hussein Kulmiye, que en lugar de eso redirigiría el dinero para ayudar a los ucranianos.
Y ahora, mientras los somalíes que huyen de la sequía llenan más de 500 campamentos en la ciudad de Baidoa, los trabajadores humanitarios toman “espantosas” decisiones para ayudar a un campamento e ignorar otros 10, explicó el secretario general del Consejo Noruego para los Refugiados, Jan Egeland, que dijo a Associated Press que se siente “enojado y avergonzado”. La petición de su grupo para Ucrania recaudó todo lo que necesitaba en 48 horas, pero su solicitud para Somalia apenas ha reunido un cuarto del financiamiento, mientras mueren miles de personas.
La guerra en Ucrania ha desviado de forma repentina millones de dólares de otras crisis. Somalia, que sufre escasez de comida debido principalmente a la guerra, podría ser la región más vulnerable. Ha recibido la mitad de financiamiento humanitario que el año pasado, mientras los donantes, en su mayoría occidentales, envían más de 1.700 millones de dólares para responder a la guerra en Europa. Yemen, Siria, Irak, Sudán del Sur, República Democrática del Congo y los territorios palestinos se han visto afectados de forma similar.
La petición de 2.200 millones de dólares para Ucrania tiene un financiamiento de casi el 80%, según datos de Naciones Unidas, un nivel “excepcional” para cualquier crisis a mediados de año, indicó Angus Urquhart, responsable de crisis y ayuda humanitaria para la consultora Development Initiatives. La petición más pequeña para Somalia ha conseguido apenas el 30% de su financiamiento.
El giro global de este año en cuanto a dinero y atención se siente quizá con más urgencia en el Cuerno de África, donde se encuentran Etiopía y Kenia y algunas zonas podrían declarar una hambruna en cuestión de semanas. La Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) señala que las autoridades regionales no han visto una crisis de este calibre en más de 100 años. Ha muerto millones de cabezas de ganado, que son la fuente de sustento y alimento de las familias.
Después le toca a la gente.
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Para conmoción de algunos somalíes que caminan durante días por parajes áridos hasta lugares como Mogadiscio en busca de ayuda, a menudo hay poca o ninguna.
Hawa Osman Bilal se sentaba ante su carpa improvisada y sostenía la ropa de su hija Ifrah, que como muchos somalíes vulnerables, murió tras el difícil viaje para buscar ayuda.
“Estaba delgada y escuálida, y murió delante de mí”, dijo Bilal. La niña fue enterrada cerca, otra de las cada vez más tumbas diminutas en el lugar.
El responsable del abarrotado campamento, Fadumo Abdulkadir Warsame, dijo a AP que sólo en la última semana habían llegado unas 100 familias, lo que elevaba la población a 1.700 familias. No había comida para darles. “Lo único que podemos pagarles es pan y té negro”, dijo. “Todavía no hay ayuda de los donantes”.
En un almacén cercano gestionado por la organización local Peace and Development Action, respaldada por el Programa Mundial de Alimentos, las reservas se habían consumido. “El mundo ha dado la espalda a Somalia para centrarse en Ucrania”, dijo el gerente del almacén, Shafici Ali Ahmed.
La Casa Blanca reconoció el problema en un comunicado el 28 de junio sobre seguridad alimentaria global, al señalar que “aunque todo el planeta sigue afectado por las acciones de Rusia, las necesidades más inmediatas se presentarán en el Cuerno de África”. Somalia compraba el 90% de su trigo a Rusia y Ucrania, y ahora tiene problemas para conseguir suministros en un contexto de precios disparados.
“Llegados a este punto, intentamos evitar muertes masivas”, dijo a AP Sarah Charles, asistente del administrador de la Oficina de Asistencia Humanitaria de USAID. “Por desgracia, la naturaleza de estas crisis es que van despacio y luego van muy deprisa”, añadió.
Nimo Hassan, director del Consorcio de ONG de Somalia, y otras personas, dijeron que creen que los representantes de los países donantes en el terreno comprenden la urgencia, pero que los que toman las decisiones en capitales como Bruselas y Londres parecen distraídos por la guerra en Ucrania.
“No dicen abiertamente ‘estamos centrados en Ucrania’, pero se ve lo que están haciendo en Ucrania”, dijo Hassan. “Debería basarse en la necesidad, no en una decisión política, ¿saben?".
Para abril, menos del 30% de los recién llegados a campamentos para los afectados por la sequía en Somalia recibían ayuda alimentaria inmediata u otra asistencia, según dijo la agencia humanitaria de la ONU.
“No todas las emergencias nacen igual”, dijo Víctor Aguayo, director de UNICEF de nutrición y desarrollo infantil, en declaraciones desde la región Somali de Etiopía, donde reportó un “aumento significativo” en el número de niños menores de dos años con malnutrición aguda grave.
“Algunas emergencias acaparan la atención de pronto”, dijo Aguayo, señalando que UNICEF no recibe dinero suficiente para contener la crisis en el Cuerno de África, donde 1,8 millones de niños necesitan tratamiento urgente.
Al igual que UNICEF, el Programa Mundial de Alimentos debe cambiar el objetivo de sus recursos limitados, para pasar de impedir un hambre aguda a centrarse en los que ya están desesperadamente hambrientos. Eso implica que más de medio millón de niños menores de dos años en Somalia han perdido la ayuda preventiva “en el pico de los esfuerzos de prevención de hambre”, dijo el vocero del PMA Altan Butt.
En toda Somalia, donde una débil respuesta humanitaria a la sequía de 2010-12 contribuyó a la muerte de un cuarto de millón de personas, trabajadores humanitarios miran esta crisis con temor y asisten a la que podría ser una quinta temporada de lluvias fallida consecutiva por primera vez desde que se tiene recuerdo.
El distrito sureño de Dollow, cerca de Etipopía, está “sobrepasado” por las llegadas, y al menos 40 personas murieron entre abril y junio, según el comisionado del distrito, Mohamed Hussein Abdi. Ahora hay más personas desplazadas que residentes.
En los centros de salud para madres e hijos en la región de Puntland, en el norte de Somalia, casi todos los pacientes tienen malnutrición grave, dijo Justus Liku, asesor de seguridad alimentaria del grupo de ayuda CARE.
“Podemos ver lugares donde no hay una gota de agua”, dijo Ahmed Nasir, subdirector de Save Somali Women and Children, en declaraciones a AP desde el terreno. “Si estas personas en oficinas donde se toman decisiones pudieran ver lo que vemos ahora, simplemente liberarían los fondos de inmediato”.
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Anna informó desde Nairobi, Kenia, y Kiev, Ucrania.