BUENOS AIRES (AP) — Las autoridades de Argentina y Paraguay intentan aclarar el gran misterio que rodea a un avión de carga con tripulación iraní y venezolana retenido en las afueras de Buenos Aires desde hace dos semanas.
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Fiscales de los dos países sudamericanos han emprendido investigaciones para averiguar si los tripulantes —14 venezolanos y cinco iraníes— tienen vínculos con el terrorismo internacional u otra actividad ilícita.
La fiscal Cecilia Incardona, que lleva el caso en Argentina, ha concentrado su pesquisa en el piloto iraní Gholamreza Ghasemi y su posible relación con el terrorismo internacional.
En un informe dirigido al juez federal argentino Federico Villena, que está a cargo del caso, el FBI indicó que Ghasemi es director general de Qeshm Fars Air, que a decir del Departamento del Tesoro de Estados Unidos proporciona apoyo material a la Fuerza Quds de la Guardia Revolucionaria de Irán y a la aerolínea iraní Mahan Air, según un documento emitido esta semana por la oficina de Incardona.
Durante la indagación preliminar sobre el avión han surgido numerosas pistas que hacen necesario proceder a investigar a Ghasemi, al resto de la tripulación y la carga de la aeronave, dijo Incardona en el texto.
La fiscal señaló que las circunstancias irregulares en torno al aparato hacen necesario que se investigue si se trataba en realidad de un acto de preparación para proveer bienes o dinero que pudieran utilizarse para una actividad de terrorismo, su financiamiento u organización.
El Boeing 747-300 es operado por la aerolínea estatal venezolana Emtrasur, una subsidiaria de Conviasa, que está sancionada por Estados Unidos.
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Antes de que lo vendieran a Emtrasur hace un año, el avión pertenecía a Mahan Air de Irán, que también está sancionada por Washington debido a su supuesta colaboración con la Fuerza Quds y actividades terroristas.
Incardona dijo que ahora se deberá determinar en la investigación si Mahan Air continúa vinculada con la aeronave.
Mahan Air ha negado públicamente tener algún vínculo con el avión, y Venezuela ha exigido a las autoridades argentinas que le permitan partir.
La aeronave transportaba carga que recogió en México para varias compañías argentinas de autopartes, hizo escala en Caracas y arribó a Argentina el 6 de junio. Permanece retenida en un hangar en Ezeiza, un suburbio al sur de Buenos Aires, desde el 8 del mismo mes, cuando las autoridades incautaron los pasaportes de los tripulantes.
La tripulación también está siendo investigada en Paraguay, donde el avión aterrizó el mes pasado, dijo la fiscal general paraguaya Sandra Quiñónez. La pesquisa fue abierta a exigencia del exfiscal René Fernández, titular de la Secretaría Nacional Anticorrupción de ese país, donde el avión permaneció tres días en Ciudad del Este, cerca de la frontera con Argentina.
Existen sospechas de que la carga del 747-300 era sólo una fachada para esconder los verdaderos motivos de su presencia en Paraguay, dijo Fernández a una televisora local.
Esteban Aquino, titular de la Secretaría Nacional de Inteligencia de Paraguay, dijo el lunes a una radiodifusora argentina que les preocupó en particular cuando se enteraron que el avión había desactivado su transpondedor en varios segmentos del vuelo.
Su tripulación inusualmente grande también suscitó sospechas en Paraguay, pero no fue sino hasta después de que partiera del país para transportar cigarrillos a Aruba que las autoridades se enteraron que pertenecía a una compañía iraní suspendida debido a las sanciones del Departamento del Tesoro estadounidense, dijo hace unos días el ministro del Interior paraguayo, Federico González.
La embajada israelí en Uruguay manifestó el miércoles su preocupación por la aeronave.
En un comunicado, la sede diplomática indicó que algunos miembros de la tripulación iraní estaban involucrados directamente en el tráfico de armas hacia Siria y con la organización terrorista Hezbollah en Líbano.