ROMA (AP) — El papa Francisco dice que los católicos tradicionalistas, sobre todo en Estados Unidos, “amordazan” las reformas de modernización de la Iglesia, pero insiste que no hay vuelta atrás.
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Francisco dijo durante una reunión de directores de revistas jesuitas, en declaraciones publicadas el martes, que estaba convencido de que algunos católicos jamás aceptaron el Concilio Vaticano II. Esas reuniones de la década de 1960 condujeron al oficio de la misa en las lenguas locales en lugar del latín y revolucionaron las relaciones de la Iglesia con personas de otras religiones, entre otros cambios.
“El número de grupos de ‘restauradores’ –hay muchos en Estados Unidos, por ejemplo– es asombroso”, aseguró el papa a los editores, según pasajes reproducidos en la edición en español del periódico jesuita La Civilta Cattolica.
“El restauracionismo ha llegado a amordazar al Concilio”, aseguró. Añadió que algunos sacerdotes conocidos suyos recuerdan más el Concilio de Trento, en el siglo XVI, que el Vaticano II del siglo XX.
Los tradicionalistas están entre los críticos más encarnizados de Francisco, a quien acusan de hereje por las reformas para acoger a los católicos divorciados y vueltos a casar en oficio civil o a los católicos gays. Francisco ha demostrado una intransigencia creciente hacia los restauracionistas, con restricciones al oficio de la misa latina y medidas en diócesis y órdenes religiosas que han resistido sus reformas.
“También es cierto que un Concilio tarda un siglo en echar raíces. Por tanto, ¡todavía nos quedan 40 años para que arraigue!”, dijo a los editores.
Con respecto a la Iglesia en Alemania, Francisco advirtió que aún tenía la oferta de dimisión del arzobispo de Colonia, el cardenal Rainer Maria Woelki, que enfrentó fuertes críticas por su manejo del escándalo de abusos sexuales.
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Francisco dio a Woelki varios meses de “descanso” en septiembre, pero aún no ha resuelto su futuro. El titular de la conferencia de obispos alemanes le ha pedido que tome una resolución.
“Cuando la situación estaba muy turbulenta, pedí al arzobispo que se marchara durante seis meses, para que las cosas se calmaran y yo pudiera ver con claridad”, dijo el papa. “Porque cuando las aguas están agitadas, no puedes ver con claridad. Cuando volvió, le pedí que escribiera una carta de dimisión. Lo hizo y me la dio. Adicionalmente, escribió una carta de disculpas a la diócesis. Lo dejé en su puesto para ver qué pasaba, pero tengo su dimisión en la mano”.