ST. ALBANS, Inglaterra (AP) — Alejado de la vista pública durante cuatro meses, Phil Mickelson regresa al golf bajo la lupa debido al torneo en el que incursiona y quienes le están pagando.
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Mickelson ha ganado seis majors en su carrera y es el golfista más popular después de Tiger Woods. Pero un grupo defensor de los derechos humanos le tildó como una “marioneta” por figurar dentro del grupo de 48 jugadores que se ha anotado para competir en una liga rebelde que cuenta con el respaldo financiero del fondo soberano de Arabia Saudita.
“Yo no apruebo violaciones a los derechos humanos", replicó Mickelson, vacilante y con extremo cuidado durante una brusca rueda de prensa el miércoles.
Mickelson, quien el año pasado se convirtió en el campeón más longevo en los 161 años de historia de las grandes citas del golf, y Dustin Johnson son las figuras sobresalientes de los torneos del LIV Golf Invitational — la mayor amenaza para la Gira de la PGA desde su fundación en 1969.
Amén de remecer un deporte señorial, Mickelson y otros han tenido que priorizar el embolsarse mucho más dinero al obtenido previamente en sus carreras sobre el historial de derechos humanos de Arabia Saudita.
El dinero es aportado por LIV Golf es irresistible, especialmente para alguien como Mickelson, quien con 51 años está en el ocaso de sus carreras. Se ha ventilado que la bonificación por firmar con la liga llegó a ser de 150 millones de dólares para Johnson, incluso mayor para Mickelson.
The Washington Post citó a Greg Norman, el coordinador del circuito, diciendo que Woods rechazó una alucinante oferta de "nueve dígitos altos”.
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Cada torneo reparte 25 millones de dólares en premios, más que los 20 millones del más emblemático de la PGA. El campeón se llevará 4 millones y el último devengará 120.000. El primer torneo del circuito arranca el jueves en el Centurion Golf Club cerca de Londres.
Los jugadores se exponen a ser marginados de futuros majors, como el Masters, y la Copa Ryder, al tiempo que son cuestionados por recibir el dinero del fondo público de inversión de Arabia Saudí, país que ha sido cuestionado por el asesinato en 2018 de Jamal Khashoggi, columnista del Washington Post, y otras violaciones a los derechos humanos. El reino ha negado haber participado en la muerte de Khashoggi.
En febrero, el propio Mickelson afirmó que daba miedo involucrarse con los saudíes, y mencionó el asesinato de Khashoggi en el consulado del reino en Estambul.
“He cometido, dicho y hecho muchas cosas de las que me arrepiento, y lamento haber herido a mucha gente", dijo. “Estoy al tanto de lo que pasó con Jamal Khashoggi, y me parece terrible. También he visto las cosas buenas que el deporte del golf ha aportado en su historia”.
Lo que no está claro es cómo la liga fomentará cambios en Arabia Saudí más allá de lavar su imagen. Es casi imperceptible atisbar muestras de la participación del país en la liga en el campo del Centurion Club en St. Albans.
“Entiendo que la gente tenga opiniones fuertes y estén en desacuerdo con mi decisión, y puedo empatizar con eso", dijo Mickelson cuando se le pidió que se explayase sobre su disculpa.
Los activistas de los derechos humanos cren que los golfistas participan en un acto de “sportswashing” — ayudar a un país mejorar su imagen al organizar competiciones con famosos deportistas