Más de tres décadas después de que McDonald’s se convirtiera en el primer restaurante de comida rápida estadounidense en abrir en la Unión Soviética, la cadena anunció el lunes que comenzó el proceso de venta de su negocio en Rusia, otro síntoma del creciente aislamiento del país por haber invadido Ucrania.
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La compañía, cuyos 850 restaurantes en Rusia dan empleo a 62.000 personas, señaló como razones de su decisión la crisis humanitaria causada por la guerra y el hecho de que mantener su negocio en Rusia “ya no es sostenible ni es congruente con los valores de McDonald’s”.
El gigante de la comida rápida con oficinas centrales en Chicago había dicho a principios de marzo que cerraría temporalmente sus restaurantes en Rusia, pero que seguiría pagándole a sus empleados. Sin nombrar a un posible comprador ruso, McDonald’s dijo el lunes que buscaría uno para que contrate a sus trabajadores y pagarles hasta que se concrete la venta.
El director general, Chris Kempczinski, dijo que la “dedicación y lealtad a McDonald’s” de los empleados y cientos de proveedores rusos hicieron que fuera difícil la decisión de abandonar el país.
“Sin embargo, tenemos un compromiso con nuestra comunidad global y debemos permanecer firmes en nuestros valores”, agregó Kempczinski en un comunicado. “Nuestro compromiso con nuestros valores significa que ya no podemos mantener los arcos brillando allí”, añadió.
McDonald’s dijo que mientras trata de vender sus restaurantes, planea comenzar a eliminar los arcos dorados y otros símbolos y letreros con el nombre de la empresa. Afirmó que mantendrá sus marcas registradas en Rusia.
Las empresas occidentales han pasado problemas para salir de Rusia, soportando el impacto en sus resultados finales por pausar o cerrar operaciones ante las sanciones occidentales. Algunas se han quedado en Rusia, al menos parcialmente, y algunas enfrentan contragolpes.