LAS VEGAS, Nuevo México, EE.UU. (AP) — Tras aminorar el fuerte humo de un incendio forestal, los habitantes de esta pequeña ciudad del norte de Nuevo México intentaban recuperar la normalidad el sábado pero las zonas rurales se preparaban ante los pronósticos de condiciones climáticas favorables al fuego.
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Las tiendas y restaurantes reabrieron, el centro histórico ya no estaba colmado de bomberos, pero persistía una sensación generalizada de ansiedad, pérdida y cautela ante lo que se avecina.
“Es literalmente como vivir bajo una nube oscura”, dijo Liz Birmingham, cuya hija tenía dolores persistentes de cabeza debido al humo. “Es terrible”.
Aunque la ciudad parecía por ahora fuera de peligro, las zonas rurales continuaban amenazadas debido a que los vientos avivaban el fuego y su intensidad obligó a las aeronaves de bomberos a permanecer en tierra. Y lo peor podría estar por llegar.
El Servicio Meteorológico Nacional pronosticó para varios días una combinación de fuertes vientos, altas temperaturas y baja humedad que crean una racha de condiciones climáticas, quizá históricas, de críticas a extremas favorables a los incendios.
Unos 1.400 bomberos trabajaban intensamente para contener el actual incendio activo más grande en Estados Unidos.
El fuego, que ha durado más de un mes, ha calcinado una zona de más de 696 kilómetros cuadrados (269 millas cuadradas), una superficie mayor a la ciudad de Chicago.
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Parte del incendio fue desencadenado por trabajadores del Servicio Forestal que perdieron el control de una quema recomendada para reducir el peligro de un enorme fuego. Autoridades del estado exigen que el gobierno federal rinda cuentas y considere indemnizaciones.
A nivel nacional, los incendios han destruido cerca de 5.180 kilómetros cuadrados (2.000 millas cuadradas) en lo que va del año, y en 2018 fue la anterior ocasión que el fuego afectó la misma superficie por estas fechas, según el Centro Nacional de Interagencias contra Incendios.
Y los pronósticos para el resto de la primavera no alientan el optimismo en la región occidental, donde una larga sequía y temperaturas más elevadas a causa del cambio climático han agravado el peligro de que ocurran incendios forestales.