LAS VEGAS, Nuevo México, EE.UU. (AP) — Condiciones climáticas descritas como posiblemente históricas estaban pronosticadas para Nuevo México el sábado y los días siguientes mientras más de 1.400 bomberos y una flota de aviones y helicópteros trabajaban con fervor para reafirmar líneas alrededor del incendio activo más grande en Estados Unidos.
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Muchas familias ya han perdido su hogar y miles de residentes han sido desalojados debido a llamas que han calcinado grandes franjas de las montañas Sangre de Cristo en el noreste de Nuevo México.
Los residentes en la periferia del frente cambiante del incendio mantenían la esperanza de que todo el trabajo realizado en los últimos días para quitar la maleza, instalar rociadores, lanzar mangueras y usar excavadoras para cavar las líneas, evitaría que el fuego llegara la pequeña ciudad de Las Vegas y otros pueblos en el norte y sur.
“Hay incertidumbre y hay temor sobre cómo afectarán los vientos al incendio de un día a otro”, dijo Elmo Baca, presidente de la Fundación Comunitaria Las Vegas. “Una vez que las personas son desalojadas de una zona, no pueden regresar, así que se quedan preocupados”.
Las Vegas parecía un pueblo fantasma a principios de la semana, cuando cerraron restaurantes y supermercados, las escuelas cerraron u optaron por aprendizaje remoto y en el distrito turístico sólo quedaron los bomberos.
Para el sábado, tras días de trabajo para proteger a la ciudad de unos 13.000 habitantes, algunos negocios habían reabierto y los residentes permanecían aprehensivos mientras intentaban regresar a algo semejante a una vida normal.
En un parque junto a una biblioteca, cuatro dueños de perros tomaban clases de obediencia canina bajo un cielo gris. Entre ellos estaba una persona cuya hija tenía dolores de cabeza persistentes debido al humo de los incendios y otra cuyo esposo trabaja en la construcción y todos sus sitios de trabajo quedaron reducidos a cenizas.
“Es, literalmente, como vivir bajo una nube oscura. Es enervante”, dijo Liz Birmingham, de 66 años.