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La historia del chileno que dice que lo secuestró el servicio secreto ucraniano

Gonzalo Lira estuvo desaparecido en Jarkov por una semana tras denunciar crímenes del gobierno de Zelensky. Pinochestista y antifeminista., el cineasta, escritor y ahora influencer, se sumó a los medios “alternativos”.

Gonzalo Lira

Una historia para contar, o para olvidar, es la del chileno Gonzalo Lira en medio de la guerra en Ucrania. El escritor, cineasta y, últimamente, influencer, informaba con regularidad desde su residencia en Jarkov de atrocidades de los nazis locales, tal como había declarado el propio Vladimir Putin. Señalar a través de varias redes sociales que la historia real de la guerra es muy distinta a lo que el mundo ha visto en las últimas semanas, le significó, de acuerdo a su relato, haber sido secuestrado por el servicio secreto ucraniano (SBU), tal como él había predicho.

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“La SBU me secuestró el día 15″ y “me quitaron el teléfono y computador, por lo que dese entonces, nada en mis redes lo escribí yo”, declaró tras volver a aparecer, el viernes 22.

Lo que ocurrió con Lira esa semana o antes de eso, no está nada claro, como todo en cualquier guerra. Por qué un chileno-estadounidense, de 54 años, llevaba tiempo viviendo en el este de Ucrania, adonde habría llegado desde Londres, tampoco se sabe, pero sí se conoció desde el inicio de las acciones que había tomado un bando, el ruso.

Aunque denuncia actos de facismo en Ucrania, a Lira se le asocia con los adherentes a la dictadura de Augusto Pinochet. Hijo de chilenos, nació y ha vivido buena parte de su vida en Norteamérica, aunque aparece inscrito algunos años en el Saint George’s College, en Santiago. Estudió Historia y Filosofía en Estados Unidos y desde los 90 escribió varias novelas policiales y rodó algunos largometrajes. El más conocido es, irónicamente, “Secuestro”, de 2007, con Jorge Zabaleta.

Apoyar a Rusia no era lo único a que se dedicaba en sus apariciones en Youtube, Twitter o Telegram, también había iniciado tutoriales antifeministas para hombres, al punto que el medio The Daily Beast lo ligó con el movimiento Incel, que promueve la violencia sobre las mujeres. En Telegram sumaba 20 mil seguidores.

En la veta más política, el chileno había comenzado a subir contenido del tipo conspiracionista, adelantando una guerra con China, debacle de la economía de Estados Unidos, más comentarios despectivos respecto de países del tercer mundo y algunas razas.

Tampoco dejó pasar la opotunidad de sumarse a las teorías de que la pandemia era un invento. Además, abundan los apoyos a la figura de Pinochet y ataques a ideas comunistas.

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Ya en medio de la guerra entre Rusia y Ucrania, Lira se propuso dar una “mirada distinta” a la que las cadenas internacionales estaban entregando del conflicto, apoyando una versión muy similar a la de la propaganda del Kremlin, que indicaba genocidio en Donbás contra personas prorrusas y ataques de los nazis ucranianos contra su propio pueblo.

Esa idea la mantiene. “Parece que hay mucho interés en mi caso. Gracias, pero los asesinados y desaparecidos merecen más atención que yo”, declaró el viernes. Su desaparición, el 15 de abril, se produjo después de que se perdiera su rastro tras ser expulsado del hotel donde se alojaba junto a parte de la prensa internacional, y luego de que se descubriera que uno de sus videos fue usado en noticieros en Rusia como parte de su campaña de información.

Como Lira ha destacado la estrategia del ejército invasor y ha criticado duramente al Presidente Zelensky, se ha pensado que el chileno podría servir a intereses rusos o incluso que antes fue espía para Moscú, pero contra esa idea está el hecho que usa la palabra “guerra” para referirse al conflicto, lo que está prohibido en Rusia.

Mientras estuvo desaparecido, otros comunicadores similares decían que Lira había sido “capturado, torturado y asesinado” por los nazis de Ucrania. Eso se leía en cadenas de mensajes en redes sociales (ver nota secundaria), que se atribuían al exmarine y exagente de la ONU Scott Ritter, un personaje al que Twitter le suspendió la cuenta por difundir fake news.

La hipótesis se basaba en que, en marzo, Lira había tuiteado una lista de nombres de perseguidos, desaparecidos o asesinados en manos de los ucranianos. “Si no saben de mí en 12 horas, súmenme a la lista”, se leía.

Lira seguirá en Jarkov. Dijo que el SBU le tiene prohibido dejar la ciudad.

Guerra: sesgo en redes y equilibrio en medios

A estas alturas de la guerra comunicacional, no sólo las afirmaciones sobre los crímenes de los nazis en Ucrania, que denuncia Gonzalo Lira, sino que su propio secuestro son actos de fe.

Felipe González, director del Observatorio de Política y Redes Sociales de la U. Central, lleva tiempo estudiando estos fenómenos. “Es muy difícil pensar en la veracidad de los datos en un conflicto. Hay mucha información de primera mano, porque la gente lo registra, pero sabemos que las personas difunden información porque tiene contenido emocional; por tanto, casi nadie verifica la fuente”.

El experto agrega que en una guerra recurrentemente hay sesgo, porque “la información que se difunde y que se produce, siempre sigue patrones partidistas, más aún en una guerra, donde hay una polarización extrema”.

Respecto del tratamiento de las informaciones por los medios, Carolina Sancho, académica del Instituto de Estudios Internacionales (EIE) de la U. de Chile, comenta que “en nuestro país, la información proveniente desde ambas partes está asociada a su disponibilidad para la opinión pública. Sin embargo, en el marco de un esfuerzo bélico, por diversos motivos, como la seguridad, puede haber hechos que se oculten”.

Sobre la posibilidad de que en Chile se esté presentando sólo el punto de vista de Ucrania, Sancho asegura que de acuerdo a lo observado por el EIE, “cuando ha habido información proveniente del Kremlin, ha sido considerada y difundida a la opinión pública”.

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