CIUDAD DEL VATICANO (AP) — El papa Francisco presuntamente autorizó la negociación de una estrategia de salida para un sospechoso clave en el gran juicio del Vaticano por defraudación y quedó tan satisfecho con el resultado que pagó una cena para festejarlo en un restaurante lujoso de Roma la noche que se concretó el pago de 15 millones de euros, declaró el miércoles uno de los acusados.
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El testimonio de monseñor Mauro Carlino, otrora funcionario de la secretaría de Estado del Vaticano, colocó al papa en el centro del proceso histórico y planteó interrogantes acerca de por qué se acusó a funcionarios de bajo nivel y no a sus superiores, dada la manera jerárquica como se ejercen la autoridad, la toma de decisiones y la obediencia en la Santa Sede.
El juicio tiene que ver con la inversión de 350 millones de euros (390 millones de dólares) del Vaticano en una empresa inmobiliaria en Londres, que le provocó a la Santa Sede una pérdida de 217 millones de euros, provenientes en buena medida de donaciones de los fieles. Los fiscales del Vaticano han acusado a intermediarios italianos y funcionarios vaticanos de despojar a la Santa Sede de millones de euros en honorarios y extorsionarla por unos 15 millones de euros para obtener la propiedad total del inmueble.
Carlino está acusado de extorsión y abuso de autoridad por su papel en la negociación del pago al intermediario italiano Gianluigi Torzi para que el Vaticano obtuviera la propiedad total del inmueble.
En noviembre y diciembre de 2018, Torzi y otro funcionario del Vaticano firmaron contratos bajo los cuales el Vaticano obtendría 30.000 acciones de la empresa controladora del edificio y Torzi 1.000, pero las acciones de Torzi eran las únicas con derecho a voto, lo cual le daba el control del inmueble.
En diciembre de 2018, el Vaticano comprendió que tenía “una caja vacía”, declaró Carlino, y buscaba desesperadamente la manera de arrancarle el control del inmueble a Torzi, ya sea comprando sus acciones o iniciando una demanda por lo que el Vaticano consideraba era una transacción fraudulenta.
Los expertos legales del papa advirtieron al Vaticano que perdería una demanda porque existían contratos firmados y temían que en el ínterin Torzi vendiera la propiedad y dejara a la Santa Sede con las manos vacías. Informado de la situación y tras reunirse con Torzi, Francisco autorizó “pagar lo menos posible, cerrar este asunto y dar vuelta la página”, declaró Carlino.