ESTAMBUL (AP) — Dueño de un club de fútbol. Aliado de Vladimir Putin. Oligarca sancionado. ¿Se podría agregar intermediario diplomático al currículum de Roman Abramovich?
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El multimillonario de 55 años ha trocado el palco que ocupaba en el estadio de su amado club Chelsea en Londres por un sitio en los márgenes de las negociaciones entre Kiev y Moscú para poner fin a la cruenta guerra librada por Rusia en Ucrania.
El canoso magnate del petróleo y el aluminio estaba discretamente presente el martes cuando el presidente turco Recep Tayyip Erdogan entró a la sala de los negociadores en un edificio adyacente al Dolmabahce, el palacio otomano del siglo XIX, a orillas del Bósforo en Estambul.
Le correspondió al vocero del Kremlin, Dmitry Peskov, la tarea de tratar de explicar el papel del oligarca.
Abramovich ha “garantizado ciertos contactos entre las partes rusa y ucraniana”, dijo Peskov, pero no es miembro oficial de la delegación. Las dos partes han aprobado su papel, aseguró.
Sin embargo, el embajador ucraniano en Gran Bretaña, Vadym Prystaiko, dijo que no tenía “la menor idea de lo que dice o hace el señor Abramovich. No es miembro del equipo de negociación”.
El resultado de las conversaciones parecía ser un cauteloso paso hacia la reducción de la ofensiva rusa cuando el viceministro ruso de Defensa Alexander Fomin dijo que Rusia aminoraría “fundamentalmente” las operaciones cerca de Kiev y una ciudad norteña como medida para crear confianza.
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El canciller turco Mevlut Cavusoglu dijo que las partes lograron “los progresos más significativos” desde el inicio de las negociaciones en su reunión en Estambul.
Su sola presencia en la sala en Estambul significa un giro notable para Abramovich, sancionado por el gobierno británico y la Unión Europea, aunque brilla por su ausencia de una lista de oligarcas sancionados por Estados Unidos.
Aparentemente ha obtenido contactos en los círculos más altos del gobierno ucraniano como ya los tenía desde hace tiempo en el Kremlin.
El presidente Volodymyr Zelenskyy dijo el domingo que Kiev había recibido “señales” con ofertas de ayuda de Abramovich y otros, junto con pedidos de exención de las sanciones.
“Algunos estaban dispuestos a ayudar a restaurar Ucrania después de la guerra”, dijo, y citó sus ofertas: “Estamos dispuestos a dar dinero, estamos dispuestos a reubicar negocios en Ucrania. Vivimos en Inglaterra o Suiza, quisiéramos hacerlo. ¿Es posible no estar en la lista de sanciones?”.
La presencia de Abramovich en Estambul generó más sorpresa porque en la víspera circularon informes de que lo habrían envenenado en una ronda anterior de conversaciones.
El medio periodístico investigativo Bellingcat informó el lunes que Abramovich y dos delegados ucranianos sufrieron síntomas de envenenamiento con una sustancia neurotóxica en conversaciones el 3 de marzo, pero todos se recuperaron.
El Ministerio del Exterior británico dijo en un comunicado el martes que “las denuncias son muy preocupantes”. La Organización para la Prohibición de Armas Químicas (OPAQ) no hizo declaraciones sobre el informe.
El canciller ucraniano Dmytro Kuleba también expresó su preocupación en declaraciones al canal de TV 1 + 1: “Aconsejo a cualquiera que vaya a las negociaciones con la Federación Rusa que no coma ni beba nada y en lo posible evite tocar superficies”.
El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken dijo que no había recibido detalles de los informes, pero que los informes “crean preocupación porque Rusia tiene una verdadera trayectoria”, en alusión a casos de envenenamiento atribuidos a Moscú.
Peskov dijo que los informes eran “parte de la guerra de la información. Estos informes evidentemente no se corresponden con la realidad”.
El representante de prensa de Abramovich no hizo declaraciones sobre el supuesto envenenamiento ni su participación en las conversaciones Rusia-Ucrania.
Abramovich amasó una fortuna en las industrias del petróleo y aluminio rusas tras la partición de la Unión Soviética en 1991. En 2005, el gigante estatal Gazprom compró por 13.000 millones de dólares la petrolera Sibneft controlada por Anramovich, lo que permitió al Kremlin de Putin recuperar la influencia estatal en el sector energético.