Los primeros países africanos seleccionados para recibir la tecnología necesaria para producir vacunas contra el COVID-19 formuladas con ARN mensajero son Egipto, Kenia, Nigeria, Senegal, Sudáfrica y Túnez, según se supo en una cumbre entre la Unión Europa y la Unión Africana el viernes.
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Las seis naciones fueron elegidas para la construcción de plantas de producción de las vacunas como parte de la iniciativa lanzada el año pasado la Organización Mundial de la Salud para replicar las que se creen que son las vacunas licenciadas más efectivas contra el COVID-19.
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Actualmente, África produce apenas el 1% de las vacunas contra el coronavirus. De acuerdo con las cifras de la OMS, solo el 11% de la población del continente tiene la pauta de vacunación completa, frente a la media global de alrededor del 50%.
El director general de la agencia de salud de Naciones Unidas, Tedros Adhanom Ghebreyesus, dijo en la cumbre celebrada en Bruselas que aunque a nivel mundial se han administrado más de 10.000 millones de dosis de la vacuna, miles de millones de personas siguen sin tener acceso a ella.
“La tragedia, por supuesto, es que miles de millones de personas todavía no se han beneficiado de estas herramientas que salvan vidas», apuntó al tiempo que pidió un aumento urgente de la producción del fármaco en los países pobres.
Es la primera vez que la OMS apoya los esfuerzos de ingeniería inversa con una vacuna comercializada, esquivando a una industria farmacéutica que la priorizado en gran medida el suministro a las naciones más ricas, tanto en la ventas como en la producción.
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El COVAX, un programa respaldado por la ONU para una distribución más justa de las vacunas contra el coronavirus en los países de menos ingresos, ha incumplido varios de sus objetivos y apenas el 10% de los residentes en estas naciones recibieron al menos una dosis.
Médicos sin Fronteras celebró el anuncio pero alertó sobre el enorme trabajo necesario para recrear las vacunas de ARN mensajero y pidió ayuda a Moderna y a Pfizer-BioNTech.
Antes esta semana, BioNTech dijo que empezaría a mandar plantas del tamaño de un contenedor de mercancías a África para ayudarles a producir su vacuna con personal europeo, algo que algunos activistas calificaron de “operación neocolonial” para mantener el control.