En uno de sus costados había tiendas exclusivas. Desde sus balcones se veían pasar los elegantes autos Packard o las carrozas de carnaval. Los intelectuales se sentaban en sus cafés y los leones de bronce testificaron revueltas políticas. Con los años y escasos mantenimientos, el Paseo del Prado de La Habana perdió parte de su brillo, pero ahora está en marcha su renovación.
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Hasta hace algunos meses, la restauración de la icónica avenida iniciada por la Oficina del Historiador de la Ciudad se habría realizado con obreros y empleados estatales. En esta ocasión, sin embargo, esa labor está en manos de pequeñas empresas privadas y artistas particulares, algo inédito para un proyecto público de esta envergadura y que refleja el paulatino ajuste emprendido por Cuba en su modelo socialista ante las dificultades económicas agudizadas por la pandemia y las sanciones de Estados Unidos.
“La Oficina del Historiador es pionera en usar este tipo de fuerza de trabajo (independiente). En el caso del Paseo del Prado todos son particulares (pequeñas empresas o emprendedores)”, dijo a The Associated Press Mariela Mulet, jefa de la Unidad Inversionista Prado de dicha institución. “Son muy profesionales”.
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“Lo novedoso es que estamos trabajando en absolutamente todo” indicó Mulet en referencia a la icónica avenida: la restauración del delicado piso de granito, los muros de piedra, los bancos de mármol, las farolas de hierro y se espera sustituir todo el sistema eléctrico del alumbrado público. Además, está en marcha un estudio con el Jardín Botánico para reponer plantas que fueron enfermando.
Por décadas y al calor del modelo soviético, Cuba basó su estructura económica en un esquema estatal y de fuerte centralismo, pero en 2010 el entonces presidente Raúl Castro inició una tímida apertura permitiendo la figura de Trabajadores por Cuenta Propia (TCP) para emprendimientos personales —desde talleres de reparaciones, pasando por restaurantes, casas de renta o taxis. Algunos llegaron a ser tan exitosos que en la práctica se convirtieron en empresas con decenas de empleados.
En septiembre de 2021 la paulatina flexibilización llegó al punto de por primera vez permitir la constitución de pequeñas y medianas empresas (pymes). Desde entonces, el gobierno aprobó mil 707 de este tipo de compañías: mil 656 privadas y 28 estatales, y el 58% son reconversiones de pequeños negocios existentes y se espera que generen más de 27 mil puestos de trabajo, informó la semana pasada el Ministerio de Finanzas y Precios.
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Según las recientes regulaciones las licencias para TCP se mantendrán para labores individuales y las pymes cuando los negocios tengan más de tres empleados. Además se ampliaron los permisos para cooperativas.
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Trazado en 1772 cuando Cuba era todavía una colonia española, el Paseo del Prado fue remodelado en 1928 por el arquitecto francés Jean-Claude Nicolás Forestier convirtiéndola en una de las arterias más importante de la ciudad.
Corre de norte a sur desde la Fuente de la India hasta el Malecón —cerca de un kilómetro y medio. A su costado está el Capitolio y el Parque de la Fraternidad y las diez cuadras de su alameda están adornada con leones gigantes de bronce considerados un ícono de la ciudad.
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“Independiente de que podamos trabajar con residencias y hostales, para negocios como el nuestro, trabajar con el Estado es tener acceso a un conjunto de obras de mayor envergadura. Estamos hablando de parques, de edificios gubernamentales”, comentó entusiasmado a la AP, Javier Amador, ingeniero de 30 años y socio de Watt Electric a cargo de instalar toda la iluminación para el renovado Paseo del Prado.
Watt Electric arrancó en la década pasada como un grupo de tres trabajadores autónomos y juntos realizaron las instalaciones de electricidad en el Capitolio de La Habana. Ahora están en trámite para formar una pyme, lo que les permitirá tener un estatus jurídico claro, ofrecer garantías y exportar o importar entre otros beneficios.
La firma es un ejemplo de los emprendimientos que comenzaron a emerger en Cuba al calor de la apertura a nuevos actores económicos, el proceso que inició Castro y tuvo su último momento a finales del año pasado con la autorización para las pymes, eliminadas en Cuba desde 1968.
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“Nosotros lo vemos como una oportunidad, una esperanza para los jóvenes que estamos aquí intentando llevar un modelo de negocios exitoso y construir algo”, agregó Amador, mientras dirigía a media docenas de obreros que se trepaban a un andamio para arreglar una farola del Paseo del Prado al cual ellos pondrán toda la iluminación.
A pesar de los ajustes que permiten ahora a más gente incorporarse a pequeñas empresas o iniciar emprendimientos propios, muchas personas —sobre todo jóvenes y profesionales— están emigrando de Cuba de forma legal o mediante salidas irregulares buscando mejoras en su nivel de vida en otros países, un fenómeno evidente aunque no hay cifras oficiales.
Mulet, la inversionista estatal, indicó que el presupuesto para la intervención inicial de las primeras cuatro cuadras del arbolado Paseo del Prado —entre Neptuno y Colón— hasta julio será de unos 14 millones de pesos cubanos (más de 12 millones de pesos).
“Hasta ahora el resultado se ve bastante bien”, dijo a la AP Henry Valdés, restaurador y artista independiente de 40 años mientras miraba de reojo las acciones sobre los pisos con flores de granito de la avenida que realizaban una decena de obreros a su cargo.
“En mi experiencia, trabajé en empresas estatales, y es mejor como particular porque a veces muchas soluciones las buscamos nosotros mismos”, agregó Valdés para quien la posibilidad de tomar decisiones descentralizadas sin depender de tanta burocracia le da operatividad a la labor.
Dado que no hubo una licitación, un mecanismo que prácticamente no se usa en la isla, para la renovación del Paseo del Prado la Oficina del Historiador llamó a los emprendedores que habían mostrado buenos resultados en los arreglos previos como los del Capitolio, dijo Mulet, la jefa inversionista.
“El hecho de que haya pequeñas y medianas empresas hace que se incremente la cantidad de oferentes… lo que garantiza más competencia y eso redunda pues en más calidad y eficiencia”, explicó a la AP el economista cubano y profesor de la Pontificia Universidad Javeriana en Cali, Colombia, Pavel Vidal, quien indicó que en el mundo los contratos con el Estado suelen ser “muy lucrativos” y además permiten a las economías en crisis como la de la isla generar dinámicas de desarrollo.
También, explicó Vidal, le da la oportunidad al naciente sector privado cubano de “ganarse su puesto” y demostrar que sirve para dar soluciones efectivas en una sociedad que durante décadas estigmatizó a la iniciativa particular en el marco de un modelo fuertemente centralizado.