Cuando helicópteros con unos 50 comandos estadounidenses tocaron tierra en Siria una hora después de la medianoche, los militares hallaron una casa llena de extremistas y niños.
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Artículos para bebés: un conejito de peluche, un columpio de plástico azul, una cuna. También había parafernalia de guerra, como la bomba que funcionarios estadounidenses dicen Abu Ibrahim al-Hashimi al-Qurayshi detonó, causando su muerte, la de su familia y quizás de otros en su proximidad inmediata.
El suicidio se produjo antes o a inicios de una batalla de dos horas el jueves. Socorristas dicen que 13 personas murieron, seis de ellas niños. Ninguno de los comandos estadounidenses resultó herido, dijeron funcionarios militares.
El presidente Joe Biden, que ordenó la operación, dijo que el mundo se ha librado de un individuo al que describió como el impulsor del “genocidio del pueblo yazidi en el noroeste de Irak en 2014”, cuando los asesinos arrasaron aldeas, vendieron a miles de mujeres y niñas como esclavas y utilizaron la violación como arma de guerra.
“Gracias a la valentía de nuestros soldados, este terrorista horrible dejó de existir”, dijo Biden.
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LOS PREPARATIVOS
Durante meses de planificación, las agencias estadounidenses de inteligencia tuvieron primero que localizar a al-Qurayshi y seguir sus movimientos o falta de movimientos. Concluyeron que él raramente dejaba el tercer piso, donde vivía con su familia, excepto para bañarse en el techo del edificio.
Anticipando que al-Qurayshi pudiera optar por suicidarse con explosivos si era acorralado por las fuerzas estadounidenses, los funcionarios comisionaron un estudio de ingeniería del edificio de tres pisos para determinar si se derrumbaría en ese caso y mataría a todos quienes estuvieran dentro.
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Concluyeron que una parte del edificio sobreviviría una explosión, suficiente para que se librasen de sus efectos aquellos que no estuvieran cerca de al-Qurayshi.
Construyeron un modelo de la casa y en diciembre lo llevaron a la llamada Sala de Crisis de la Casa Blanca, donde los presidentes y sus asesores de seguridad nacional manejan situaciones de crisis.
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El segundo piso de la casa en Siria estaba ocupado por un líder de menor rango del Estado Islámico y su familia. La planta baja, en parte un sótano, albergaba a una familia no vinculada con el grupo y desconocedora de la presencia o la importancia de al-Qurayshi, dijeron funcionarios estadounidenses.
Biden recibió inicialmente información detallada hace más de un mes de parte de comandantes de la operación luego que las fuerzas estadounidenses estaban satisfechas de que encontrarían a al-Qurayshi —conocido también como Haji Abdullah— donde lo hicieron.
El Estado Islámico, que una vez controló amplias franjas de territorio en Irak y Siria, intenta regenerarse y lanzó su ataque más ambicioso en años cuando tomó una prisión en el nordeste de Siria el mes pasado donde estaban detenidos al menos tres mil miembros del grupo.
En momentos en que toda la atención de Washington parece centrada en Rusia y su despliegue de tropas junto a Ucrania, Biden no podía darse el lujo de quitarle la vista al Estado Islámico. El martes por la mañana, se reunió con el secretario de Defensa Lloyd Austin y el general Mark Milley, jefe del Estado Mayor Conjunto de las fuerzas armadas, en la Casa Blanca y dio la luz verde. El miércoles por la noche, Biden estaba en la sala de crisis, monitoreando en vivo el desarrollo de la operación.
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LA MISIÓN
En su campamento de refugiados cerca de sitio de asalto, Jamil el-Deddo escuchó una explosión en la noche y pensó inicialmente que pudieran ser los notorios barriles-bombas “que solían arrojar sobre nosotros”. Las fuerzas del presidente sirio Bashar Assad usaron barriles llenos de explosivos contra sus ponentes durante la guerra civil, causando indiscriminadamente muertes y lesiones.
“Los primeros momentos fueron aterradores”, le dijo el-Deddo a la AP.
Estados Unidos lanzo el asalto desde una base no identificada en la región tras haber notificado a otras partes en la región.
Al inicio, se dijo a los ocupantes del edificio que lo abandonasen.
“Si ustedes no salen, nosotros tenemos órdenes”, dijo empleando un altavoz un hombre que hablaba un dialecto iraquí. “Vamos a disparar misiles contra la casa. Hay drones sobrevolando”.
Diez personas dejaron el edificio, dijo el portavoz del Pentágono John Kirby — un hombre y una mujer del primer piso y ocho niños en total del primer y segundo pisos.
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Poco después se produjo la explosión que destruyó la mayor parte del tercer piso y lanzó cadáveres de la casa, incluso el de al-Qurayshi. El general Frank McKenzie, jefe de comando central estadounidense, dijo que la explosión fue más potente que la que se esperaría de un chaleco explosivo.
Cuando los comandos estaban despejando el segundo piso, combatientes extranjeros vinculados con Al Qaeda en Siria “comenzaron a maniobrar con sus armas hacia las fuerzas estadunidenses”, dijo McKenzie. Disparos de un helicóptero estadounidense mataron al menos a dos de los combatientes, dijo.
Otro helicóptero sufrió un desperfecto significativo, dijo el general. Tras aterrizarlo a salvo, lejos de la escena, los estadounidenses lo destruyeron con explosivos y con municiones disparadas desde el aire para garantizar que no quedara equipo especial en Siria.
Videos dados a conocer por el grupo opositor Defensa Civil Siria, conocido como Cascos Blancos, mostraron a un paramédico sacando a una niñita de la casa y colocándola en una ambulancia. Una foto circulada en redes sociales más tarde mostró a una niña de unos cinco años con sangre en el rostro.
Cuando los comandos dejaron el lugar, Biden murmuró “Dios bendiga a nuestros soldados”, de acuerdo con un funcionario estadounidense que habló con la prensa a condición de preservar el anonimato. Jake Sullivan, el asesor de seguridad nacional, mantuvo a Biden al tanto del vuelo de salida de Siria.
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REPERCUSIONES
En imágenes distribuidas después del asalto, se puede ver sangre en las paredes y el suelo de lo que queda del edificio. Un dormitorio destruido tenía una cuna de madera y un conejito de peluche. DE una pared dañada, colgaba aún el columpio.
En las horas siguientes, no hubo un recuento estadounidense de cuántos niños murieron ni cómo. La Casa Blanca atribuyó las muertes de tres niños a la explosión causada por al-Qurayshi, mientras que el Pentágono habló de dos. Ambos dejaron sin explicación, por ahora, cuántos pudieran haber muerto en el combate.
Biden dijo que los soldados estadounidenses optaron por el asalto, más riesgoso, en lugar de un ataque aéreo, para minimizar las bajas civiles, pero Estados Unidos lanzó la operación a sabiendas de que el líder del Estado Islámico pudiera responder matando a personas inocentes alrededor de él, además de suicidándose. McKenzie dijo que Estados Unidos “como siempre” examinará si personas inocentes fueron muertas por sus soldados.