Por Jorge Sánchez Herrera – Nómena Arquitectura – Arquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com
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El Fondo MiVivienda agrupa distintos programas con los que el Estado promueve el desembolso de créditos y subsidios para la adquisición de una vivienda. Con su creación, el Estado retomó un rol en la provisión de vivienda, una de las necesidades básicas de la población.
Así como la vivienda, muchos consideramos el transporte público como una necesidad básica que debería ser subsidiada. Lamentablemente, solo el Metro de Lima recibe un subsidio público. El Metropolitano y los Corredores Complementarios dependen del flujo de pasajeros. Ni qué decir de las combis y demás.
Ante la emergencia, la ATU (Autoridad de Transporte Urbano) ha anunciado un ambicioso plan para ofrecer alternativas de movilidad que reduzcan el riesgo de contagio. La idea es hacer 300 km de ciclovías temporales. María Jara, su presidenta, ha dicho que piensan implementar carriles exclusivos para el uso de bicicletas en tramos menores de siete kilómetros. Estos representan el 30% de viajes según expertos.
Repensar la movilidad urbana es fundamental para la reactivación de nuestras actividades, pues nuestro sistema de transporte público, a diferencia del de otros países, resulta incontrolable en términos de aforo y medidas de distanciamiento social.
La idea es genial no solo porque harán ciclovías, sino porque algunos de estos corredores deberían ocupar (al menos temporalmente) los espacios que antes ocupaban buses y autos. Con el tiempo espero que esto nos demuestre que las bicicletas también pueden compartir las pistas con buses y taxis formales, y que la solución pasa por quitarle -bastante- espacio al auto privado, tal como ocurre en otras ciudades.
Jara también ha planteado que un gremio de fabricantes locales pueda desarrollar un prototipo de bicicleta que no supere los 350 soles. Sin embargo, creo que más que desarrollar un prototipo de bicicleta ‘peruana», deberíamos pensar en un subsidio al uso de bicicletas como medio de transporte. Esto impulsaría la industria local, pero también fomentaría que los importadores busquen alternativas afuera que cumplan con las características del subsidio. Así, la explosión en el uso de la bicicleta como medio de transporte sería mucho más rápida y masiva.
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Estos subsidios existen en muchos países y, para masificarlos, pueden también canalizarse a través de las empresas y centros de estudio. En el Reino Unido, por ejemplo, el programa ‘Cycle to Work’ te permite ahorrar entre un 25% y 40% del precio de la bicicleta a través de una reducción en el pago de impuestos, con el beneficio adicional de que el costo de la bicicleta puede fraccionarse y descontarse mensualmente de tu sueldo, sin la necesidad de dar un pago adelantado. Algo parecido podría ocurrir con las boletas de la universidad.
Nunca ha sido más importante reformar nuestro sistema de movilidad y, coincidentemente, nunca resultará más fácil hacerlo. El momento del cambio es ahora.