Por Jorge Sánchez Herrera – Nómena Arquitectura – Arquitecto/Urbanista jorge@nomena-arquitectos.com
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¿Qué imagen viene a nuestra mente cuando pensamos en el Centro Histórico de Lima? Posiblemente imaginamos un conjunto de edificios a pie de calle de entre dos a cinco pisos; balcones de madera, cornisas, zaguanes y patios. Y si bien esa es su arquitectura predominante, el Centro, como muchas otras partes de la ciudad, está compuesto de diferentes estilos y tipologías que se han ido superponiendo en el tiempo.
Hace unos días, la empresa inmobiliaria Arte Express anunció la compra del Edificio Atlas, ubicado en el cruce de los jirones Cailloma y Huancavelica, frente a la Plazuela del Teatro. El Atlas pertenece a ese conjunto de edificios ‘modernos’ que comenzaron a poblar el Centro a partir de 1950, muy influenciados por las corrientes de urbanismo promovidas por el arquitecto francosuizo Le Corbusier, su archi difundido Plan Voisin para el centro de Paris y la influyente Carta de Atenas.
En un momento donde las ideas de conservación eran superadas por los vientos de cambio, el Centro reemplazaba su ‘típica’ arquitectura por edificios como el Hotel Savoy, el Edificio de Seguros El Sol, el Banco de la Nación (quemado durante la marcha de los cuatro suyos), entre muchísimos otros. La mayoría de estos edificios compartían el mismo ‘tipo’: un zócalo sobre el que se erigen una torre separada de sus linderos.
Debido a los criterios de conservación contemporáneos, hoy sería impensable construir edificios similares en el Centro Histórico. Y si bien en todos los casos son ejemplos disruptivos, son también, en su gran mayoría y dejando de lado su emplazamiento, muy buenos edificios.
El Atlas es mi favorito. Diseñado en 1955 por José Alvarez Calderón y Walter Weberhoffer, tiene el típico zócalo que, en este caso y por su ubicación en esquina, puede ser atravesado peatonalmente conectando los dos jirones. Las torres que emergen sobre el zócalo comparten el uso de persianas y rompesoles sobre sus fachadas. Ello, sumado al uso del enchape cerámico y al singular alero que remata la torre principal, hacen recordar la fuerte influencia que tuvo sobre Weberhoffer la arquitectura moderna brasileña. En este caso en particular, el edificio del Ministerio de Educación de Rio de Janeiro, obra co-diseñada por el mismísimo Le Corbusier y el no menos famoso arquitecto carioca Oscar Niemeyer.
Es precisamente siguiendo los criterios de conservación de nuestro Centro heterogéneo donde Arte Express ha aparecido para restaurar y renovar una serie de edificios que responden a diversos momentos de la historia. Me animo a decir que el Atlas debe ser uno de los más ‘nuevos’. Como suele suceder, ante la falta de políticas públicas que promuevan la reutilización del patrimonio arquitectónico, es la empresa privada la que ha tomado el mando. Espero tengan éxito y puedan rescatar del olvido este bellísimo ejemplo de arquitectura moderna.
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