POR VERÓNICA KLINGENBERGER – Periodista – @vklingenberger
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Las elecciones del domingo tienen un solo propósito: asegurarnos de que todo lo que tuvo que pasar para disolver el Congreso anterior haya servido para algo. En eso al menos estaremos de acuerdo, excepto las mafias de siempre. Con ese punto en común y sabiendo que este Congreso apenas funcionará poco más de un año, solo nos queda elegir entre las únicas tres listas que apoyaron la fumigada y se plantaron a favor de las reformas políticas planteadas por el Ejecutivo. Estas son las del Partido Morado, Frente Amplio y Juntos por el Perú. Recuerda: sus líderes -el paparulo de Julio Guzmán, el loquito de Marco Arana y la necia de la Vero Mendoza- no tocan pito por ahora. De ellos ya nos ocuparemos dentro de un año.
Estamos acostumbrados al mal menor. No hay listas puras. Tampoco partidos con una postura clara y un plan sólido. Los únicos que siguen una agenda son el Apra y el fujimorismo, y esta suele estar vinculada a alguna de las caras de la corrupción. Si nos limitamos al espectáculo del Congreso anterior, la verdad es que el papel de la susodicha derecha fue penoso, bloqueando cualquier intento de reforma y blindando a los corruptos. El centro -¿realmente existe?-, por su parte, se ha sentido siempre más cómodo cediendo sus fichas a quien esté arriba. La más aguerrida fue la izquierda, bien plantada ante la mafia y habitualmente con una postura liberal. Pero lo más refrescante fue ver a políticos de distintos frentes compartir metas y proyectos, como Indira Huilca y Alberto de Belaunde, quienes refrescaron el panorama con su decencia y han inspirado a una nueva camada de políticos articulados y con claridad de ideas.
Hay varias cosas que debemos cambiar en el sistema que ahora nos rige, diseñado para que reine la trampa en esas arenas movedizas de las que tanto le gusta rodearse. Las leyes son ininteligibles y las reglas en muchos casos arbitrarias e inexplicables. Una de ellas, por ejemplo, es la del voto cruzado. ¿Por qué no podríamos votar por candidatos de distintos partidos? ¿No haría eso que la representación ciudadana sea más variada y equilibrada? No tiene sentido seguir pensando en partidos políticos cuando estos son solo clubes temporales sin ningún tipo de ideología o coherencia. Por eso es importante que este año se aprueben las reformas y que el Congreso no sea un ampay-me-salvo de ciudadanos con denuncias de todo tipo. Lamentablemente, la foto que dan las encuestas no es prometedora. No se entiende cómo el cierre del Congreso tuvo tanto apoyo popular y hoy la mayoría vuelve a votar por partidos que blindaron corruptos y cuyos líderes están presos o investigados. Ya pues, hijitos, pongan de su parte.
Un punto aparte es el lamentable papel del periodismo en estas elecciones. Un botón son las entrevistas mal llevabas por tres pitucos achorados de cuyos nombres no quiero acordarme, pero que denotan esa falta de humildad e ideas que en este país se confunde tanto con osadía o coraje. Atarantan a la mala con esa confianza exacerbada de los bobos. Los programas periodísticos, salvo un par de excepciones, brillan por su falta de vuelo editorial y de equipos de producción creativos y chamberos. Los invitados, las mismas caras de siempre con la misma cantaleta de siempre, parecen elegidos para salir del paso y conseguir el titular/ clickbait. Cuánta falta nos hace también una buena reforma periodística.
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