Daniel Parodi, historiador, ex militante del Partido Aprista y hayista confeso, nos habla en esta entrevista sobre cómo se recordaría la imagen del desaparecido Alan García y que pasará con el partido que lideró hasta su muerte.
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¿Es muy pronto para hacer un balance de la figura política de Alan García?
Me da la impresión, por lo menos respecto de su muerte, que el debate de hoy va a ser el mismo debate que en 100 años. Es decir, de un lado está el discurso de que él se quita la vida porque se ve cercado por la justicia, porque ya prácticamente las investigaciones están muy cerca de él y se ve acorralado. En el otro discurso -que él mismo se ha encargado de preparar porque deja una carta donde establece como quiere que se le recuerde- señala que ha sido víctima de una persecución y de un abuso del sistema de justicia y que en tal sentido se inmola, no le da el gusto a sus enemigos de humillarlo. Respecto a la muerte, me imagino que en textos escolares y a los historiadores, de acá a 100 años, comentando este hecho y discutiendo siempre en base a estas dos posturas.
La historia peruana no tiene juicios definitivos sobre algunos líderes que han tenido actuaciones controvertidas. Se me ocurren los casos de Mariano Ignacio Prado o Nicolás de Piérola.
Claro. Lo que pasa es que la historia es interpretación. Existe una idea equivocada de que en la historia hay una sola verdad. Verdaderos son los acontecimientos. Es verdad que Alan García se quitó la vida el miércoles. Pero cómo se va a interpretar ese acontecimiento, es otra cosa. Son buenos los casos que usted menciona porque ambos han sido presidentes polémicos y existen , como es normal, diferentes posiciones frente a ellos. Ahora, lo que ha logrado Alan García con su muerte, finalmente, es establecer que una de los dos posturas: que es la víctima de una persecución, de un abuso del poder judicial y que se quita la vida. Con eso Alan García ha dejado mucho de cara a la historia, que es algo que a él le interesaba.
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Un sector político, como el Apra y el fujimorismo, hablan de una persecución política. Esto nos recuerda a discursos similares en nuestra historia, como la época pos Leguía o pos Fujimori. Es algo recurrente al parecer…
A mí, particularmente y lo digo en respeto a la memoria de Alan García, me parece lamentable y un pésimo ejemplo para la juventud. Es decir, es bastante evidente por las pruebas que se conocieron la última semana, por los depósitos en las cuentas de los señores Nava y Atala e igualmente las otras investigaciones que lo que está ocurriendo es que por fin, después de 200 años de vida republicana, la justicia se ha posicionado al punto de llegar a los políticos poderosos, cosa que nunca antes había sucedido El mensaje y lo digo con todo respeto a su memoria, debe ser ese. Que, de alguna manera la decisión de García responde a que como nunca la justicia se ha posicionado y ha alcanzado a los poderosos. El mensaje para los jóvenes es : si te interesa la política y si vas a representar al pueblo tienes que ser recto en todos tus actos. El mensaje no debería ser ‘¿por qué investigas a los políticos?’ o denostar al Poder Judicial y a todo el esfuerzo que está haciendo la Fiscalía con los pocos recursos que tiene para hacer justicia en el país y comenzar a cambiar nuestra historia. Me parece que, dentro de este momento de dolor, finalmente hay figuras públicas que han tomado posición. Alfredo Barnechea tomó posición el jueves, él ha estado en el grupo de los que prefiriese que el equipo anticorrupción de la Fiscalía se desactive, que paren las investigaciones o que se realicen como se hacían antes pues, que los investigados estaban libres e influenciaban en el Poder Judicial, tenían contactos y finalmente la impunidad era absoluta. Es lamentable que políticos como Barnechea dejen ese mensaje.
Que la familia se niegue a los honores de Estado, ¿cómo debe ser tomado?
Es mas comprensible por parte de la familia. Hay que comprender su dolor. Pero el mensaje es el mismo y está en sintonía con el discurso de García respecto a su propia muerte, que ha sido víctima de un persecución de parte del Estado y del Poder Judicial y que por esa razón se ha quitado la vida. Es por eso que la familia rechaza los honores debía brindarle a Alan como exjefe de Estado.
En una reciente columna, usted comentaba que en el Partido Aprista no hay una coherencia ideológica, la cual si la había en la época de Haya de la Torre pese a sus vaivenes ideológicos. ¿Qué cree que fue lo que unió al partido pos Haya?
Lo primero. Una cosa es una ideología política y otra es un dogma religioso. El dogma religioso no puede cambiar. La ideología política no solo puede, sino debe, porque debe adecuarse a los tiempos. Hoy, 2019, estamos en un periodo de globalización, pos guerra fría y en donde el socialismo de la Unión Soviética y de China colapsaron, No sería lógica mantenerse en ideas de hace 50 años. Haya de la Torre tuvo la lucidez de comprender que el cambio social era un elemento fundamental en cualquier ideología. Fue un relativista, no un determinista. Y ese fue un acierto. En el Apra no solo hubo ideología sino mucha mística, que se labró en el periodo de la clandestinidad y de la persecución, de la lucha por la democracia, contra las dictaduras militares. El martirologio y la catacumba son elementos muy fuertes en la identidad aprista y hace que se mantengan unidos, a pesar de que en los últimos 40 años el número de militantes ha disminuido. En segundo lugar, el otro factor ha sido el magnetismo, carisma y liderazgo de Alan García, que son innegables. Él es un líder indiscutido desde el año 83 que fue elegido secretario general del partido hasta el miércoles pasado.
¿Quién está a la altura de tomar el liderazgo del partido?
Hoy mismo lo veo muy difícil pues todo el partido se ha unido y es comprensible, en torno al dramático final de Alan García. Pero lo deseable es que los sectores no alanistas del partido se hagan cargo del a institución y comiencen un proceso de reingeniería absoluta. Ahora se habla mucho de los jóvenes deben tomar la posta en el partido, pero hay que preguntarse cuáles jóvenes. Había también un grupo al lado de García cuyas prácticas políticas son, por decirlo menos, cuestionables. Lo ideal sería que los militantes que todavía mantienen los valores cívicos, ciudadanos de Haya de la Torre comiencen a dirigir la institución y comiencen con este proceso de reingeniería que permita al movimiento reencontrarse con las ideas de Haya de la Torre, actualizándolas en el contextos del siglo XXI. Eso es lo deseable, que ocurra, es otra cosa. Tengo serias dudas y no veo muy claro cuál sea el futuro inmediato del Partido Aprista. Recordemos que tenemos unas elecciones presidenciales el 2021 y el 2016 el Apra obtuvo menos de 6% y que el riesgo de perder la inscripción está ahí. Lo deseable sería una reacción rápida de la buena militante aprista que todavía la hay.
¿Cuáles serían las principales diferencias entre el liderazgo que tuvo Haya de la Torre y el liderazgo que tuvo Alan García?
Son tiempos distintos. El tiempo de Haya de la Torre fue muy utópico, donde una generación joven pensaba que podía cambiar al mundo, hacer la revolución. Luego son tiempos de clandestinidad, Haya de la Torre no llega nunca a gobernar mientras que Alan García tiene un carisma quizás mayor que el de Haya porque atrajo a sectores que en otras circunstancias jamás habrían votado por el Apra. El Alan García del 85 supera largamente la votación histórica de Haya de la Torre. Luego, Alan es un hombre que es presidente dos veces. La historia recogerá lo bueno y lo malo de ambas gestiones. La primera será recordada principalmente por la crisis. En la segunda hay claroscuros y mejoras económicas innegables, pero finalmente estos escándalos de corrupción que aparentemente son los que llevan a García a tomar la decisión que tomó. En términos generales, diría que Haya fue un líder prístino, transparente que murió pobre, un padre para su pueblo, mientras que García es el animal político en toda su expresión, en lo bueno y en lo malo.
Ahora, las investigaciones por el caso Odebrecht siguen. Todavía queda pendiente saber qué tan involucrado estuvo García. Acá no termina la construcción de su imagen pública…
No termina, eso por un lado. Por otro lado, he escuchado que una vez que García ya no está, los procesos en su contra terminan. Han salido juristas y políticos interesados en instalar esa postura. No voy a opinar al respecto pues no soy jurista. En la medida en que otros personajes que nos acompañan sigan siendo investigados, esto permitirá ir sacando conclusiones respecto de la actuación de García y acercarnos a mayores certezas sobre hasta qué punto fue su participación sobre los sobornos de Odebrecht.
Pero dejando el lado humano, los peruanos tenemos derecho a saber si hemos tenido o no un presidente corrupto…
Moralmente, sí, estoy de acuerdo con usted. Ahora, no se, jurídicamente hablando, qué es lo que corresponde. Los especialistas en derecho verán si una persona fallecida puede seguir siendo investigada. Hay investigaciones abiertas contra Nava, Atala, Enrique Cornejo y en la medida que se sepa la actuación de ellos es posible que se sepa la de García.
Ha sido impactante la imagen del hijo menor de García dando un discurso e inscribiéndose en el partido. Algunos ya ven a un futuro líder…
Me da la impresión de que es lo que está en la cabeza de ese muchacho, que está pensando en suceder a su padre y aparentemente su madre está a favor. A mi me apena que el destino o el futuro de un niño se vea tan marcado por un hecho tan triste. Independientemente de las decisiones que este joven pueda tomar a futuro, pues tiene derecho a ser político, creo que en estos momentos necesita mucho soporte sicológico.
¿Cómo cree que pasará Alan García a la historia?
De que pasó a la historia, pasó a la historia. Eso sin duda. Hay presidentes más recordados que otros y eso no depende de la antigüedad. Y él será uno de los presidentes más recordados. Fue un hombre siempre discutido y polémico en las tertulias históricas. Su signo será siempre la polémica. Tendrá siempre admiradores y detractores tenaces. Esa contradicción, esos dos elementos que se atraen y se repelen al mismo tiempo, han constituido la vida, muerte y legado de Alan García.
Por Fernando Pinzás
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