Charity Watkins supo que algo estaba mal cuando dio a luz a su hija. Sentía mucha debilidad y fatiga, así que fue al médico y le atribuyó una “gripe”.
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Pacientes con “errores” médicos
Casi dos meses después del parto, Watkins sentía que le iba a dar un ataque al corazón y su esposo corrió a emergencias, pero luego de seis horas esperando, regresó a casa para amamantar y sin ver al médico.
Tres días después, finalmente examinaron a Watkins. Tenía una insuficiencia cardíaca y tuvo que ser hospitalizada en Cuidados Intensivos. Días después, el cardiólogo le dijo: “Casi te perdemos”.
“Watkins se encuentra entre los 12 millones de adultos diagnosticados erróneamente cada año en EEUU”, explica NBC News.
18 por ciento de los pacientes mueren o sufren consecuencias
Un estudio, publicado en JAMA Internal Medicine, halló que 1 de cada 4 pacientes hospitalizados murieron o fueron recluidos en UCI por un diagnóstico erróneo.
De estos pacientes, el 18 por ciento sufrió consecuencias o murieron.
“En total, se estima que 795.000 pacientes al año mueren o quedan permanentemente discapacitados debido a un diagnóstico erróneo”, agrega NBC News, tomando como referencia un estudio publicado en la revista BMJ Quality & Safety.
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Las mujeres y las minorías raciales y étnicas tienen una probabilidad del 20 y el 30 por ciento de probabilidad que los hombres blancos de sufrir un diagnóstico erróneo, asegura el doctor David Newman-Toker, profesor de neurología de la Facultad de Medicina de Johns Hopkins.
“Eso es significativo e imperdonable”, dijo.
¿Por qué suceden estos “errores”?
“La gran mayoría de los diagnósticos se pueden hacer conociendo muy bien la historia del paciente, haciendo preguntas de seguimiento, examinando al paciente y solicitando pruebas básicas”, dijo el doctor Hardeep Singh, profesor de la Facultad de Medicina de Baylor e investigador del Michael E. DeBakey VA de Houston.
El experto asegura que muchas de las equivocaciones suceden porque los especialistas no escuchan a sus pacientes.
Errores comunes
Un diagnóstico erróneo proviene entre el 1,5% de los ataques cardíacos, el 17,5% de los accidentes cerebrovasculares y el 22,5% de los cánceres de pulmón.