Después de meses en el espacio, los astronautas enfrentan una serie de desafíos físicos y psicológicos al reintegrarse a la vida en la Tierra.
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Estos efectos, estudiados por agencias espaciales como la NASA y la ESA, destacan las complejidades del cuerpo humano en condiciones extremas.
Aquí presentamos tres de los fenómenos más inusuales experimentados por los astronautas, acompañados de ejemplos reales que parecen sacados de una película de ciencia ficción.
Olvidar la gravedad
Hace un tiempo el astronauta japonés Koichi Wakata, tras una larga estancia en el espacio, compartió una anécdota particular.
En su primer día de regreso, mientras se encontraba en su casa, soltó una taza esperando que flotara como en la Estación Espacial Internacional. La taza, obedeciendo a las leyes de la gravedad terrestre, se estrelló contra el suelo.
Este fenómeno ilustra cómo los astronautas pueden temporalmente olvidar o subestimar la gravedad después de haber vivido en microgravedad durante largos periodos.
Cambios extremos en la visión
John Phillips, un astronauta de la NASA, experimentó uno de los cambios más dramáticos en la visión:
Durante su estancia en el espacio en 2005, su visión cambió de 20/20 a 20/100 en seis meses.
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Aunque se recuperó parcialmente, el caso de Phillips es un ejemplo extremo del Síndrome de Deficiencia Visual del Espacio, causado por cambios en la presión del líquido espinal y cerebral en microgravedad, afectando el nervio óptico y la forma del ojo.
Desmayos y problemas circulatorios
Heidemarie Stefanyshyn-Piper, astronauta de la NASA, vivió una experiencia impactante tras su regreso del espacio en 2006.
Durante una ceremonia de bienvenida, se desmayó dos veces consecutivas mientras estaba de pie, poniendo de manifiesto los problemas circulatorios que pueden experimentar los astronautas.
Según la ciencia, la adaptación del cuerpo a la gravedad cero puede provocar una disminución en el volumen de sangre y una menor resistencia a la gravedad terrestre, lo que a veces lleva a mareos o desmayos al regresar.