En nuestro viaje por el mundo de las anécdotas singulares, te presentamos la historia de María y su entrañable peluche. Este adorable compañero de felpa había sido testigo de innumerables momentos de alegría en su infancia, motivo por el cuál, ella quería asegurarse de que siguiera siendo un tesoro impecable.
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Por ello, decidió llevarlo a una lavandería local. María, con su peluche de considerables dimensiones en brazos, ingresó a este espacio que normalmente no albergaría juguetes de felpa. Lo llevó con la intención de tener a su gran oso totalmente limpio para seguir abrazándolo. Sin embargo, la experiencia de higiene en la lavandería no salió como esperaba. Todo resultó en una trágica, pero cómica experiencia que es viral con un video a través de la cuenta @paulillr998 de TikTok.
La lavada del peluche tomó un giro inesperado. La autora del vídeo inicia la escena con una breve introducción, diciendo: “Estamos aquí, en la lavandería, porque María decidió darle una limpieza a su querido peluche”. Un momento de silencio anticipa la inminente revelación.
La cámara se enfoca en la lavadora en pleno ciclo de centrifugado, y en ese instante, la mujer suelta la carcajada. La escena es un claro ejemplo de cómo lo inusual puede resultar humorístico.
La siguiente toma es aún más impactante. Dentro de la lavadora, apenas se distingue algún vestigio del peluche que alguna vez fue. Solo se ve un revoltijo de tela y algodón dando vueltas en la turbia agua. Ya no es un muñeco, sino sólo un pedazo de tela y pedazos de goma espuma regadas en la lavadora.
“Qué limpio tío’”, dice la mujer del video, quien no para de reír con otra mujer que la ayuda a sacar los restos del peluche de la lavadora, mientras siguen grabando para que quede muestra de la escena del crimen del muñeco y de cómo intentan rescatarlo.
Viral
El vídeo se ha convertido en un fenómeno en TikTok, acumulando más de 8.6 millones de visualizaciones, junto con 1.1 millones de ‘me gusta’, 67,000 guardados y casi 9,000 comentarios.
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Los comentarios van desde aquellos que se ríen junto con la autora, hasta los que expresan simpatía por la desventura del peluche.
Esta historia nos recuerda que a veces, son los incidentes inesperados los que nos unen y nos hacen reír como comunidad. Aunque el peluche haya quedado irreconocible, la diversión compartida vale la pena.
