El cambio de sexo es una decisión tan importante que solo debe tomarse con la conciencia y la seguridad totalmente firme por parte de quien inicia el proceso de transición. La relevancia de esta opción va más allá de lo físico, ya que impacta en el interior. De allí, la pregunta de si los niños y adolescentes están verdaderamente maduros como para saber si en quieren cambiarse de sexo.
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A sus 18 años, Kayla Lovdahl aseguró que al menos ella, no estaba preparada. A su corta edad, la adolescente ya hizo la transición y destransición de sexo. Nació siendo niña, pero a los 11 años se unió a un grupo en línea de transgéneros, y esto la hizo decidir cambiarse para ser un niño.
La historia de la jovencita la reseñó New York Post en base a una entrevista que ella concedió en @ChloeCole de Youtube, y en la cual ella contó que con el apoyo de sus padres, comenzó a tomar bloqueadores de pubertad y testosterona a los 12 años. A los 13, le extirparon sus senos sanos. De esta manera, pasó por un cambio de sexo que la hizo sentirse totalmente arrepentida. Se dio cuenta de que había cometido un error a los 17 años, así que comenzó un nuevo tratamiento para volver a ser niña o mujer, el sexo con el que había nacido.
El cambio de sexo lo hizo en Kaiser Foundation Hospitals, precisa The Post. Relató que los médicos le dijeron a sus padres: “Es mejor tener un hijo vivo que una hija muerta”, esto en justificativo para el cambio de sexo.
“La parte más difícil fue que me vendieran algo que creía que me ayudaría y me haría sentir mejor, solo para hacerlo y salir del otro lado sin sentirme mejor”, dijo Kayla, quien subrayó que lo mejor hubiera sido esperar.
Demanda
La jovencita está consciente de que ya no puede deshacer nada. Sin embargo, comenzó una batalla legal en contra de Kaiser Foundation Hospitals y otras individuales en contra de los cuatro médicos que la trataron para la transición.
El citado medio expuso que la demanda la hizo ante el Tribunal del Estado de California.
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Mark E. Trammell, abogado de Kayla, alega que los médicos infringieron el estándar de atención al que deberían estar sujetos, ya que no hicieron las suficientes pruebas psicológicas necesarias para verificar si la niña realmente podía cambiarse a niño. Fue un cambio de sexo que se hizo muy rápido.
“Esencialmente le entregaron a Kayla el talonario de recetas y permitieron que su ingenua, emocional e infantil montaña rusa de sentimientos dictara el llamado ‘tratamiento’ que recibiría”, dice la demanda expuesta por New York Post.
Kaiser Foundation Hospitals se defiende destacando que la decisión de un menor en este tipo de tratamiento, siempre está bajo responsabilidad de los padres.
La historia de Kayla demuestra que los niños son solo eso: niños, personas que están en pleno desarrollo, conociéndose a ellos mismos, y que hay que dejarlos crecer para que en su madurez, ellos pueden determinarse en las decisiones que son trascendentales para ellos.
