Oprah Winfrey, una de las figuras más influyentes de la televisión y los medios de comunicación, tuvo inicios modestos que marcaron su estilo y apariencia en los primeros años de su carrera.
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Cuando Oprah comenzó en el mundo del periodismo y la televisión a finales de la década de 1970 e inicios de los 80, su imagen reflejaba la moda de la época: llevaba el cabello con volumen y rizos naturales, un look característico de las mujeres afroamericanas en ese periodo.
También usaba trajes y blusas con cuellos anchos, en tonos neutros y pastel, acorde con las tendencias profesionales del momento.
En 1976, Oprah trabajó como presentadora de noticias en la estación WJZ-TV en Baltimore, donde su vestimenta era más formal, con blazers y faldas de oficina. A pesar de su talento, enfrentó dificultades con la lectura del teleprompter, lo que la llevó a trasladarse al programa matutino “People Are Talking”, donde su imagen se tornó más relajada y accesible.
En 1984, cuando asumió la conducción de AM Chicago, su presencia en pantalla evolucionó. Llevaba peinados más elaborados y maquillaje que resaltaba su expresión cálida y cercana. Sus atuendos seguían siendo formales, pero con un estilo más dinámico y adaptado a su creciente influencia mediática.

El cambio más notable en su apariencia llegó cuando The Oprah Winfrey Show debutó en 1986. Su cabello pasó a ser más estilizado y su vestimenta reflejaba una imagen de empoderamiento y sofisticación.
A lo largo de los años, su evolución estética ha sido un reflejo de su crecimiento personal y profesional, consolidándose como un ícono de la televisión y la cultura popular.
Desde sus inicios hasta hoy, Oprah ha demostrado que la imagen puede evolucionar, pero su esencia y carisma siempre han sido su sello distintivo.