Entre la marejada de comentarios sobre la inminente separación de Shakira gracias a que Piqué le fue infiel, es común encontrar este: “Si a Shakira, que es millonaria, famosa y muy bella, alguien se atrevió a serle infiel, ¿qué nos espera al resto de los mortales?”, como si todo esto garantizara felicidad.
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Lastimosamente, la cantante hace parte de una larga, larguísima, enorme lista de mujeres que a pesar de tenerlo todo no pueden incidir sobre las decisiones afectivas de sus parejas. Porque en últimas, lo que nos ha vendido la cultura es que “debemos” tenerlo todo y así incluso nos garantizaremos un cuento de hadas.
Mejor dicho: la princesa ya no es rescatada, sino que tiene que tener el castillo, el gran vestido y el príncipe y todo, para siempre, será una garantía de que su vida sea perfecta. Pero hay que entender que a pesar de que todo lo primero se pueda controlar (y ni tanto, esas expectativas terminan siendo frustrantes y castrantes para muches), uno no puede incidir sobre lo que haga su pareja.
Y esta puede llegar a ser irresponsable afectivamente. Puede no pensar en cómo se siente la otra persona. Puede abusar y culparte. Y sencillamente, no le importa un rábano lo que puedas sentir cuando hace lo que hace.
Ser una mujer famosa y exitosa no te garantiza nada: la misma historia lo dice
Casos hay a granel. Jennifer López, quien casi se casa con Álex Rodríguez, pero este le fue infiel. Gavin Rossdale, Jude Law, el mismo Ben Affleck hicieron llorar a mujeres como Gwen Stefani, Sienna Miller y Jennifer Garner, que nos han vendido por años como un ideal.
Incluso ya figuras tan famosas como Jackie Kennedy, quien fue una de las mujeres más imitadas de hace 50 años, tenía que ver a su marido, el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, ser un infiel serial. Entre sus romances, claro, estuvo el de Marilyn Monroe, cuyo vestido usó Kim Kardashian en la gala del MET.
¿Se sintieron menoscabados ante su éxito, su fama? ¿Violaron sus acuerdos porque querían otra cosa? No lo sabemos, pero al engañar a sus parejas las hicieron sufrir enormemente " a pesar” de todo lo que eran. Porque a pesar de todo, la fidelidad y los acuerdos no se miden por logros materiales, sino por lo responsable y honesto que sea alguien con su pareja.