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Silvia Núñez del Arco: “Todo lo malo que nos pasa, sirve para hacer arte”

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Por: Vanessa Cruzado

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‘Para mí la felicidad es mirar a Jaime a los ojos y sentir que lo adoro, que no me equivoqué al elegirlo. No tener miedo de ser yo misma y saber por fin quién soy’, se lee en una de las páginas de la cuarta y reciente novela de Silvia Núñez del Arco, ‘Nunca seremos normales’.

Sin embargo, para que la escritora de 29 años pueda contar su versión de la historia, pasaron casi ocho años desde que se sentó en un set junto a Jaime Bayly y anunciaran juntos su amor -en ese entonces imposible.

En una entrevista con Publimetro, Silvia repasa los capítulos quizás más duros de ‘Nunca seremos normales’, además de cómo usó sentimientos como el resentimiento o la cólera para llegar a concretar su resiliencia y difundir la importancia de la autenticidad.

Por qué decidiste titularlo ‘Nunca seremos normales’. ¿En algún momento quisieron ser una pareja ‘normal’?

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‘Nunca seremos normales’ es visto desde el lado positivo. No queremos ser normales y siempre supimos que no lo éramos desde el momento que nos enamoramos. Él me lleva 24 años y yo parecía una niña en ese entonces. Desde el momento que nos enamoramos, empezamos a salir y no nos importó lo que las personas digan. Ya dejamos de ser normales. Somos disfuncionales, pero felizmente disfuncionales. De hecho, un poco del mensaje del libro es que no tengan miedo de ser quienes son, de demostrar su verdadera personalidad, de ser realmente quienes quieran ser.

Si bien este es tu cuarto libro, es tu primera novela con un relato directo e incluso crudo. Como una especie de resiliencia…

Como es la primera vez que entro en otro registro que es el de no hacer ficción y al contar los hechos, tiene mucho detalle. Hay momentos en los que hablo de mis errores, de todo lo que pasó. Cuando empecé a salir con Jaime, recibí muchas críticas. Lo mismo cuando quedé embarazada. De hecho su exesposa, que en ese entonces ya lo era, se comportó como si fuera la esposa abandonada y también tuvo unas reacciones que algunos ya conocen. Otras no y yo las cuento acá [en el libro]. Jaime tenía un exnovio en Buenos Aires que vino acá a hacer su gira del odio (risas). La verdad es que todo eso, como dices, está contado con mucha crudeza y no he tenido miedo de contar cómo me sentí. Por fin di mi versión.

Y cómo reaccionó Jaime Bayly

Me encantó su reacción. Nunca tuve temor de eso porque, así como él tiene libertad para escribir lo que quiera, yo también la tengo. Sé que cualquier cosa que hubiera escrito, no le hubiera molestado. Las primeras personas en leerlo fueron la editorial Planeta y luego Jaime. Otra cosa que me dijo es que ‘no sabía que te había hecho sufrir tanto’. [Bayly] no era consciente de eso porque cuando empezamos a salir, nunca le dije directamente que estaba enamorada de él. Tenía miedo de decirlo y que no haya respuesta. Por otro lado, él estaba enamorado de mí y tenía miedo de decírmelo (…) Me han comentado [quienes han leído el libro] que los primeros encuentros parecen de dos adolescentes (risas).

El libro está divido en tres partes. ¿Desde el inicio pensaste hacerlo así o te diste cuenta mientras lo ibas escribiendo?

Me di cuenta mientras lo iba escribiendo. Está dividido en tres partes, tú lo has dicho. El primer conflicto es sobre mis primeros años de relación con Jaime. El segundo es su depresión, cómo viví y lidié con eso. Cómo fuimos a diversos doctores hasta encontrar al adecuado que lo diagnosticara bien y después salir de eso porque toma tiempo. Y el tercero es mi aprendizaje como madre porque me tomó un tiempo aprender a serlo. Vivimos en una sociedad en la que se espera que la mujer tenga hijos. Una vez que los tienes, [la sociedad espera] que sea buena mamá, pero qué significa serlo para los estándares sociales. La maternidad es una experiencia brutal que me ha enseñado muchísimo y no lo cambiaría por nada. Siento que lo que lo buena que soy ahora es porque soy mamá de Zoe pero, claro, me tomó un tiempo llegar a eso. Me di cuenta que tenía mucha culpa con ese tema [de la maternidad] porque qué se espera de mí como madre y qué es lo que hice en esos primeros meses… Empecé a guardar una culpa de la cual me pude liberar escribiendo este libro.

En la primera parte narras el inicio de tu relación con Jaime. Como bien mencionas, es la primera vez que das tu versión -detallada— de la historia. ¿Dirías que fue adecuado no hablar en ese momento?

Siempre hago lo que mi intuición me dice y en ese momento no sentía la necesidad de hablar. Al haber podido contar la historia sin perderme en los sentimientos del rencor y la culpa, poder contarlo desde una perspectiva más objetiva, por decirlo así, aunque obviamente cuando escribes una novela, lo último que uno quiere es ser objetivo pero sí permitirte que los sentimientos no contaminen la historia. Creo que todo lo malo que pasa, sirve para hacer literatura o arte. Un artista siempre se nutre de los malos momentos, de las frustraciones, de los dolores, de las preocupaciones. Quién quiere escribir un libro feliz, yo no. Al contar estas historias, puedo ayudar a la gente que se identifique y pueda tomar el mensaje del primer, segundo o tercer conflicto.

Independientemente que tu pareja sea una figura pública como Jaime Bayly, tu relación es con una persona diagnosticada con bipolaridad y se lo cuentas a una sociedad que aún ve a la salud mental como tabú. Cómo sobrellevaste esa etapa de tu vida y qué te motivó a incluirla en el libro

Me parece importante hablar de estos temas. Todos tenemos traumas y miedos del pasado. En el caso de Jaime, él no sabía que era bipolar y se ha pasado media vida tomando pastillas para dormir pensando que tenía un problema de insomnio. Cuando empecé a salir con él, tomaba ciertas pastillas yo no me metía [en el tema de la medicación] porque pensaba ‘bueno, él sabe lo que hace’. Eso te habla un poco de la personalidad que tenía entonces, pero luego me llegué a empoderar para poder ayudarlo. Llegó un momento en que ya no estaba en la realidad y eso provocó que esté triste, decaído, con ideas depresivas, suicidas. Y dije ‘tengo que hacer algo’ aunque es fácil decirlo porque pasaron meses para empoderarme y decirle ‘tienes que ir al doctor’. Hay un momento en el libro donde [Jaime] está con la luz apagada y le pregunto ‘¿amor, estás triste?’ y me dice: ‘no, estoy feliz’. Las personas [con problemas] no se dan cuenta [que los tienen] y hay que ir con maña para llevarlo al doctor. Después está el tema del especialista. Fuimos donde uno, donde otro y ya no sabía a dónde llevarlo ni qué hacer. Hasta que finalmente llegamos a uno adecuado que lo medicó bien, que lo diagnosticó. Eso es importantísimo. Él mismo me dice: ‘Desde que me dijeron que soy bipolar, wow, qué alegría, qué alivio porque ya me entiendo’. Qué importante es conocerse a uno mismo, qué importante es conocer a tu pareja y poder hablar del tema con franqueza. Te juro que cuando lo diagnosticaron fue como ‘ah, qué bueno saberlo. Qué increíble’. Ahora toma dos pastillas nada más, que lo hace balancear emocionalmente. [Su trastorno] hizo que deje de ser una niña para convertirme en una mujer fuerte. Si es una de las cosas más importantes de la vida, cómo no lo iba a escribir.

Antes mencionaste que lo que eres ahora es gracias a tu hija. Cómo te gustaría que reaccione Zoe al leer este libro

La reacción que quiero que tenga es lo que ella ya sabe. Ya sabe que su papá es bipolar, sabe que antes habían dos mujeres muy buenas que me ayudaron a cuidar de ella hasta que un día tomé la decisión que eso se acabara porque quería abarcar todo el tiempo posible con Zoe para que creciera exactamente como quiero que crezca, sin influencia de nadie más (…) Cuando di a luz, me acaba de casar hace una semana (risas). Estaba aprendiendo a ser esposa, mamá, acomodándome a Miami porque me acababa de mudar. Estaba sola. Todo era nuevo alrededor mío (…) En ese sentido, deberíamos juzgar menos, todos. Cada uno tiene su historia y esta es la mía.

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