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POR VERÓNICA KLINGENBERGERPeriodista@vklingenberger
Es el fin de una era: la Rolling Stone está en venta a solo unos meses de cumplir 50 años.
Hace medio siglo, los hippies creyeron que podían cambiar el mundo con amor, música y muchas drogas. Jann Wenner, un chico de 21 años, se robó una base de datos de la radio de la esquina y fundó una revista con 7.500 dólares que le pidió prestados a sus futuros suegros.
Rolling Stone publicó su primer número el 9 de noviembre de 1967. Wenner abandonó sus estudios en la Universidad de California y se asoció con el crítico Ralph J. Geason. Juntos decidieron poner un recuadro en la sección de cartas en el que invitaban a colaborar a cualquiera que creyese que podía escribir una buena historia o tomar una buena foto. Así llegaron todos. Annie Leibovitz, Hunter S. Thompson, Cameron Crowe, Kurt Loder.
Desde un inicio, la revista (en ese entonces en formato periódico impreso a dos tintas) se distanció de todos los medios underground de su época. Para empezar, buscaba historias que llegaran a un público más grande y su interés no se concentraba solo en los rockstars con pelos largos y jeans gastados. Su sección Political Affairs (coqueteos políticos) se convirtió en el nuevo termómetro para toda una generación que detestó a Nixon, adoró a los Kennedy, luego apoyó a John Kerry y puso a Al Gore en vitrina mucho antes de que alguien supiera de su interés por el calentamiento global.
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Como todo medio con historia, también ha patinado. A veces es difícil viajar en el tiempo para tener más perspectiva. De repente por eso, álbumes como el ‘Exile on Main Street’ de los Rolling Stones, ‘Harvest’ de Neil Young, ‘Blood on the Tracks’, de Bob Dylan o el ‘Are You Experienced’ de Jimi Hendrix recibieron pésimas críticas en su momento. Pero lo peor vino mucho después, cuando tuvieron que pedir disculpas públicas por la impresión de una falsa historia sobre la violación de una chica en el campus de la Universidad de Virginia.
Lograr que un medio sobreviva 50 años es difícil. La revista ha pasado por muchas crisis antes, pero Wenner siempre se las ingenió para enamorar a los clientes y a su propio equipo. Cuentan que lloraba con cualquier problema de ellos, y que en esos primeros años sacaba plata de sus propios bolsillos para comprarle otra cámara a la Leibovitz cada vez que se la robaban. Era un tipo nocturno, al que nunca se le veía antes del mediodía y que obligaba a todos a quedarse hasta la madrugada.
Él es en gran medida la historia misma de la Rolling Stone: un Peter Pan rockero, el editor más célebre, el amigo de Dylan y Clinton, de Lennon y Bobby Kennedy, el actor de cine, el que empezó en un garaje del viejo distrito de imprentas de San Francisco y terminó con un avión privado y una mansión en los Hamptons, el padre de todos sus redactores y el hijo que sus padres nunca quisieron tener -cuando tenía 12 años, después del divorcio de sus padres, él y sus hermanas fueron enviados a internados y luego sus padres iniciaron una batalla legal porque ninguno de los dos quería la custodia de su hijo-.
Ojalá la Rolling Stone encuentre otro chico de 21 años como Wenner, un rebelde que ame la música, quiera cambiar el mundo y pueda conectar con una nueva generación que esté en contra de todo lo que nosotros hemos permitido.
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