Pocos personajes generan tantos sentimientos divididos como los payasos. Si bien muchos los consideran los compañeros ideales de los niños, muchos otros no pueden ni verlos.
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A propósito del estreno del filme It, que trae de regreso al temido payaso Pennywise, analizamos el porqué del temor a estos coloridos personajes.
En primer lugar, muchos estudios afirman que el temor a los payasos, llamado coulrofobia, tiene una fuente biológica.
Si tenemos en cuenta que otra fobia común, la aracnofobia, es considerada un vestigio innato de la evolución que nos protege de los peligros de animales amenazantes y peligrosos, cabría esperar que sí.
Paul Salkovskis, del Centro de Trastornos de Ansiedad y Traumas del Hospital de Maudsley, en Londres, afirma que “es habitual que cause temor aquello que es diferente de algún modo, que resulta desconocido e inquietante”.
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De hecho, un estudio realizado por la Universidad de Sheffield en 2008, en la que se analizó a 250 niños de 4 a 16 años de edad, concluyó que todos los grupos de edad evaluados sentían antipatía por los payasos. Así, se encontró que la sensación de miedo e inquietud surgía de una “familiaridad indefinida”.
LA SONRISA NO SIEMPRE GENERA ALEGRÍA
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Otro argumento importante es que la culrofobia surge a raíz de que sus características naturales, como el maquillaje y la amplia y permanente sonrisas, no se amoldan a lo que forma parte de la “vida normal”.
Sigmund Freud escribió sobre lo que se conoce como el efecto del “valle inquietante”, un concepto que plantea que “algo muy conocido pero al mismo extrañamente inusual causa rechazo y produce una sensación inquietante y contradictoria: la disonancia cognitiva”.
Este concepto es perfectamente aplicable a los payasos. Según el psiquiatra Steven Schlozman, de la Facultad de Medicina de Harvard, la sonrisa permanente y horripilante puede producir disonancia cognitiva en nuestra mente. “Nuestra mente interpreta que las sonrisas en general son positivas; no obstante, no es posible sonreír todo el tiempo, porque de ser así, algo falla. Gracias al comportamiento de las personas podemos interpretarlas, pero si el aspecto de las personas o su comportamiento no varían, se convierten en terroríficas”.
Sin embargo, pese a existir una probada “desconfianza natural” hacia los payasos, los estímulos sociales han contribuído a aumentar el temor: películas como It, el movimiento “creepy clowns” generado el año pasado en los EE.UU., y muchos otros.
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