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Por Carlos Marroquín
Certero como un disparo en la sien. Así es como Gustavo Cerati podía describir los diferentes cuestionamientos que han perturbado al hombre por siglos. A la pregunta ¿fue un Big-Bang o lo hizo Dios?, su respuesta fue tajante y sin despeinarse: ambas, mezcladas, con brillo y sin restarle detalles conceptuales. ‘El abismo y la luna’. Tal y como profesa ‘(En) el Séptimo Día’, canción que plantea, precisamente, el inicio de la creación bajo su óptica y que también sirve como base para moldear el espectáculo circense que realizó el Cirque du Solei en su honor.
‘Sép7imo día, no descansaré’ le permite a los fanáticos ingresar a la burbuja musical que fue Soda Stereo. Se muestra como un profundo recorrido de 90 minutos por casi una treintena de canciones que guardan un mismo sentimiento: la esencia de la banda Latinoamericana más influyente de todos los tiempos. Gustavo Cerati, Charly Alberti y Zeta Bosio están de vuelta.
‘Tenemos claro que a Gustavo le hubiera encantado esta idea’, nos contó Zeta durante la presentación oficial. ‘Ahora que ya no está entre nosotros, tenemos que reinventar su obra para que otras generaciones también conozcan lo que fue Soda Stereo y que mejor con la ayuda de este maravilloso espectáculo como lo es el Cirque du Solei. Se unen dos mundos’.
El show repasa hits como ‘Prófugos’, ‘Persiana Americana’, ‘Signos’ o propuestas más ambiciosas como ‘En Remolinos’, ‘Sueles Dejarme Solo’, ‘Luna Roja’ o ‘Planeador’. Todos estos temas no se hubieran podido graficar sin la magnífica puesta en escena y el despliegue actoral de su reparto. Todo suma y se convierte en una simbiosis llena de colores, fantasía y estrellas. Porque finalmente, para Gustavo Cerati ‘todos somos estrellas’.
Y si nos ponemos selectivos, el momento más emotivo de este espectáculo es la interpretación de ‘Té para Tres’, canción que le sirvió a Gustavo para desahogarse en uno de los momentos más complicados que le tocó vivir: la muerte de su padre. Se apagan las luces y el show invita al público a reunirse en medio de una improvisada fogata para cantar juntos línea a línea los versos que describen a esta desgarradora composición. ‘No hay nada mejor que casa’.
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‘Gus’, como le decían de cariño sus amigos, fue un músico que siempre tuvo claro cuál era su rol. En una presentación para el canal ecuatoriano Telecentro realizada en noviembre del año 1986, disparó un concepto que dejó ecos. Más que eso, desequilibró por completo la monotonía de sus colegas. ‘Nosotros partimos de la base que no nos gustan mucho los músicos o grupos que aconsejan a la juventud. ‘Tienes que hacer tal cosa o tal otra’. Es ridículo. Primero tendríamos que arreglar nuestras propias vidas. Lo que sí nuestra temática gira en torno a cosas que nos pasan y eso puede ser ironía, crítica, de amor, de odio, de cualquier cosa. No importa. Lo importante para mí es producir efecto, el que sea’.
Esa fue la escena de esta banda. Esa fue la mística que la supo distinguir: la de no complicarse en transmitir un mensaje. Es cierto: ya no está entre nosotros aquel joven que se diferenciaba por llevar una melena alborotada como guaipe ensortijado, que movía objetos a la distancia con su música. Pero, su legado siempre vivirá y puedes respirarlo en este show que aún tiene algunos días de exhibición.
Recuerda que siempre es hoy, pero mañana es mejor. Simple.
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