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Ciro Guerra: “La selva quiso que se haga esta película”

wan4mflht5bo5hjacr3bq7uxmu.jpg publimetro.pe (CHRIS DELMAS/AFP)

JOSÉ BARRETO

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¿Cómo así decides hacer una película sobre la selva amazónica?

Siempre soñé con hacer una película en el Amazonas. Es un territorio del que los colombianos conocemos muy poco, a pesar de que conforma casi la mitad de nuestro país. Pero no queríamos hacer la típica historia en la que el blanco aventurero es el protagonista. Queríamos otorgar protagonismo a los indígenas y plasmar su punto de vista. Así surge el personaje de Karamakate. A través de sus ojos vemos la historia del encuentro entre dos mundos, de la destrucción y de la búsqueda del conocimiento.

¿Qué has aprendido luego de este filme?

Definitivamente, estar en contacto con este mundo y con este conocimiento es algo que cambia completamente tu perspectiva de las cosas. Sé que hoy no soy el mismo que era cuando inicié esta película. Espero que sea una experiencia transformadora para los espectadores también.

¿Cómo fue la exploración previa de los lugares de rodaje y qué fue lo que más te impactó?

Estuvimos alrededor de dos años haciendo investigaciones y recorriendo la Amazonía colombiana, que es del tamaño de Francia, buscando el lugar adecuado para filmar. Lo que más me impactó fue ver lo afectada que está la selva, tanto por el comercio, la agricultura, la minería, la ganadería y el turismo. Fue muy difícil encontrar un lugar ‘intacto’ que estuviera como se ve en la película, pero lo encontramos en la región del Vaupés, cerca de la frontera de Colombia con Brasil.

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Una característica de las películas ambientadas en la selva es que explotan la vivacidad de sus paisajes, su color. Sin embargo, este fi lme nos presenta una selva en blanco y negro, ¿por qué?

Me inspiré en las imágenes que tomaron los exploradores. En ellas, el Amazonas era totalmente diferente al que tenemos en mente. Estaba desprovisto de exotismo, de exuberancia. Estando allí entendí que no iba a ser posible representar de una forma fiel el color de la amazonía. Es un color que tiene muchos significados para las comunidades nativas. Para lo que nosotros denominamos verde, ellos tienen 50 palabras diferentes. Pensé que al representarlo en blanco y negro podíamos activar la imaginación del espectador. Y esa amazonía imaginada será sin duda más real que la que podríamos haber filmado.

Además del español, alemán e inglés, se emplean también lenguas indígenas, ¿cómo así decides usarlas?

La amazonía es una gran torre de Babel que reúne gente de todo el mundo, que viene en busca de sus riquezas o su conocimiento. Solamente en el departamento del Vaupés, donde rodamos, se hablan 17 lenguas indígenas. La película tenía que dar cuenta de esta diversidad, además del hecho de que estos exploradores hablaban varias de estas lenguas perfectamente. Así que le pedimos a los actores que aprendieran el guion en lengua indígena. Ellos aceptaron el reto con mucho entusiasmo.

¿Qué fue lo más difícil de hacer esta película?

Realmente nada fue fácil. Todo pudo haber salido mal. La selva quiso que se haga esta película porque, de lo contrario, habría naufragado en pocos días. Nos aproximamos a ella con mucho respeto y siguiendo la guía de las comunidades nativas, minimizando nuestro impacto y acomodándonos a sus condiciones.

¿Cómo recibiste la nominación al Oscar?

En principio, nunca imaginamos que fuera posible lograr algo así. Para nosotros, el principal premio era que la película existiera y que la gente pudiera verla. Todo lo demás llegó por añadidura y lo recibimos con alegría y agradecimiento.

Ganaste el último Festival de Cine de Lima y ahora estás en las salas comerciales, ¿qué le dirías a los espectadores peruanos?

Que es para nosotros un gran honor y una gran alegría poder presentar esta película en el Perú, un país amazónico como el nuestro y del que hemos aprendido tanto en este camino.

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