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Te quiero por valiente (OPINIÓN)

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ZOË MASSEY

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‘Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos’ (Declaración Universal de los Derechos Humanos).

Ayer feriado aproveché para pasear un poco. Con un rico jugo del DiKeCi (mercado de El Capullo en Barranco) caminé hacia el Parque Municipal para ver una muestra de la que no he oído mucho, pero que debería sonar fuerte.

Esta exposición, Yo tengo derechos, recopila el trabajo de la periodista Danielle Villasana sobre personas como tú y como yo. Personas que nacieron en nuestro país, crecieron, fueron algunas al colegio, otras llegaron a tener educación superior… pero a las que a diferencia tuya o mía, nuestra sociedad no protege; al contrario, ofende, agrede, discrimina, abandona. Todas las personas fotografiadas sienten como tú, comen como tú, bailan, ríen, lloran como tú. La diferencia entre ellos y tú es que ellos no son reconocidos por nuestro Estado, son humillados y muchas veces hasta violentados. ¿Por qué? Solo por ser parte de una gran comunidad trans.

Confieso que mientras veía la exposición y leía sus historias se me mezclaba un nudo en la garganta y un revoltijo en la panza de rabia, indignación, frustración y sobre todo dolor. Dolor porque tengo la suerte de haber crecido en una familia que ni siquiera tuvo la necesidad de explicarme que todos somos iguales, sino que así era y punto. Entonces me duele saber que la ignorancia, sumada a la intolerancia de muchos, termina causando daños irreparables en la vida de otros muchos.

Por ejemplo, ponte en esta situación. Tú naces sabiendo que tu género no pertenece a lo que sientes: eres una mujer ‘encerrada en el cuerpo de un hombre’ (por ponerlo en simple). Entonces te lanzas contra el mundo en busca de tu felicidad. Todo empieza desde que el Estado te niega la posibilidad de cambiar tu DNI a mujer u hombre. En el trabajo que buscas te rechazan por ser trans -o como en alguno de los casos que leí- te piden que vayas en el turno de noche porque a esa hora ‘va menos gente’. Tu padre te golpea, te botan de la casa, tus amigos te dan la espalda, te niegan y terminas ejerciendo la prostitución como buena parte de esta comunidad (datos reales) con el fin de poder pagar un cuarto donde vivir y comida diaria.

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Encima de todo eso, viene un incalificable y te agrede físicamente, vas a poner la denuncia y la comisaría no solo no la toma, sino que por ahí un policía te ‘pide’ un favor sexual a cambio, como me comenta uno de los chicos que trabaja en la exposición. Todo esto no es exageración, está pasando a diario en nuestro país. Un país que dice avanzar porque sirve un buen plato de cebiche caro, pero donde la Comisión de Justicia y Derechos Humanos del Congreso (increíble que lleve ese nombre) presentó un dictamen que elimina los términos ‘orientación sexual’ e ‘identidad de género’ como motivos expresos que generan el delito de discriminación e incitación a la discriminación, y a las personas perseguidas por ello como población protegida frente al delito de persecución. ¿Cómo es entonces que avanzamos? Pues no, no lo hacemos.

Esta muestra abierta en pleno Parque Municipal de Barranco ha sido organizada por varias oficinas del sistema de las Naciones Unidas, como Onusida, el Instituto de Estudios en Salud, Sexualidad y Desarrollo Humano de la Universidad Peruana Cayetano Heredia e Inge Morath Foundation, entre otras organizaciones civiles. Aplaudo que la Municipalidad de Barranco (aunque en sus redes casi ni la menciona) haya dado este espacio público para mostrarla. Es importante que la veas, que vayas en familia, con amigos con la mente y el corazón abiertos. Lamentablemente esta exposición va solo hasta hoy miércoles a las 5 p.m., pero es un primer paso, me comenta Luis mientras me cuenta las dolorosas historias que ve a diario. Espero que sí, que esta muestra rebote por muchos lados y muchas cabezas cerradas. Es urgente.

Ahora te pregunto, a ti que dices que esto es una ‘aberración’, si no estarás sin saberlo discriminando e hiriendo terriblemente al hij@ que tienes, tí@ que más quieres, a tu herman@ favorit@ o a tu mejor amig@ por tu incapacidad de aceptarnos a todos por igual. Lo dicen los derechos humanos. ¿Por algo será, no?

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