MARÍA PÍA BARRIENTOS
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Cuéntame un poquito de tu nueva película, ‘Dos Besos’. Es una aproximación a una historia que intenta tener una comunicación más cercana con el público. Parte de una cierta convención de género de película, que es el triángulo amoroso. Este se desarrolla entre una actriz joven, que viene de provincia y está intentando abrirse camino, y una pareja madura que está un poco aburrida de su relación. Lo interesante de la película es que está contada de una manera más o menos particular. Todas las historias siempre se parecen o ya se han hecho, pero el kit del asunto está en hacerlo de una forma un poco diferente. En este caso la diferencia está en que la película está contada desde los puntos de vista de cada uno de los personajes. Una parte está contada desde la perspectiva de uno de ellos, la historia avanza y a partir de ese momento todo empieza a ser visto desde el punto de vista de otro y así.
Así le das al espectador la posibilidad de ponerse en los zapatos de cada uno de ellos. Un poco. El espectador va a saber más de lo que está ocurriendo que los personajes, porque ellos solo ven desde su perspectiva y eso genera una especie de complicidad.
Y lo que me dices de la comunicación con el espectador, ¿te refieres a que es más comercial? Digamos que es una película más sencilla, intenta tener un diálogo más directo con el público. Mis últimas dos películas son un poquito más experimentales. Esta no, es una película más convencional. Es una historia que puede ser vista por un público culto y también por un público más masivo.
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Piensas en eso antes de escoger un nuevo proyecto. Es decir, ¿en cómo va a ser el recibimiento en cuestión de taquilla? No es que dices voy a hacer una película que tenga éxito de taquilla, no te lo planteas de esa manera. Pero una vez que estás trabajando en el tema, comienzas a percibir si es una película que puede funcionar bien con el público. Depende de qué es lo que quieres hacer. Tu impulso es que te guste el proyecto.
Osea que no es tu objetivo principal… Lo ideal es que tu película sea vista por la mayor cantidad de gente, pero tienes que tener claro que tu propuesta no necesariamente puede pretender algo que no va a ocurrir. Es lo que converso a veces con Joanna, mi hija. Ella hace un cine bastante más hermético y experimental, tiene mucha recepción en festivales, gana premios, pero su cine es más restringido. Ella es consciente de eso, entonces estrena su película en unos 4 o 5 cines. No pretende hacer un estreno en 40 cines y después quejarse de que la gente no va a verla, porque lo que ella está planteando es algo que no necesariamente es tan masivo. Es importante tener conciencia de eso, porque sino al final le tiras la pelota a que los cines tienen la culpa, cuando depende de la propuesta que estás haciendo. Hay casos, como el de “Magallanes”, que es una muy buena película que no está teniendo el éxito que pensé que iba tener. Es una película abierta al público, muy bien hecha. Eso ocurre.
Últimamente somos muy faranduleros también, incluso en cuestiones de cine. Lo que pasa es que se ha creado una cultura nueva, que es la de los multicines. Cines con muchas pantallas. Es un poco el esquema del espectador norteamericano, que va al cine y hace ruido y va para divertirse y ver espectáculos. Por eso las películas que tienen más éxito son las de efectos especiales, de gran espectáculo y eso se ha trasladado al mundo. Entonces ese tipo de público espera un determinado tipo de producto. Y es una obligación para los cineastas que también veamos un cine de una forma más completa, en el sentido que el cine es también un vehículo de expresión personal, no solo es entretenimiento y espectáculo. Se está generando una cultura de multicine que solamente quieren un tipo de cine, y es una pena, porque el cine es un espacio bastante más abierto que eso.
¿Cómo ves la industria nacional del cine? Más que una industria, porque en realidad no la tenemos, lo que hay es más producción y mucha más variedad. Tenemos, por un lado, a las películas que van a los cines, que tienen su espacio en las pantallas comerciales, el cine regional y uno un poco más experimental que llega a las salas comerciales muy restringidamente, con poquitas semanas de exhibición. Y también tenemos un cine que es un espectáculo más bajo, que se hace con poco dinero y con facilidad. Hay para todos. En este momento el cine peruano es un espacio abierto a muchas cosas. En los últimos años han surgido cineastas muy importantes, ojala que puedan tener un desarrollo.
¿Y cómo ves a las películas comerciales, como ‘Asu Mare’? Yo, en general, respeto mucho el trabajo que hacen en Tondero, son películas comerciales, bien hechas, bien producidas. Apuntan a un éxito comercial sin mostrar cosas burdas, sin ser pornografía, es un humor sano, están rodeadas por buenos actores. Es un buen cine comercial.
Hace unas semanas hicimos una encuesta en la web sobre las mejores películas peruanas de la historia. Y varias de las tuyas estaban en los primeros puestos, como ‘La boca del lobo’, ‘Tinta roja’ y ‘La ciudad y los perros’. ¿Qué se siente ser uno de los cineastas más apreciados del país? Bien. Me gustaría, claro, que las películas nuevas que hago también estén esa posición.
¿A qué crees que se debe eso? Pasa mucho que cuando un cineasta tiene cierto reconocimiento, la expectativa siempre es mayor y es una carrera que no tiene buen fin, porque no hay forma de estar siempre superándote, sobre todo en estas cosas que son más creativas. Yo creo que es una cuestión de expectativas y también, por otra parte, en que probablemente lo más puro, lo más genuino de ti se da cuando recién empiezas.
¿Y eso puede llegar a frustrarte, el sentir que no recibes el mismo reconocimiento que antes? Sí, un poco. De todas maneras uno siempre quiere que lo que uno está haciendo tenga respuesta, sería falso no admitirlo. Pero, por otro lado, está el respaldo de lo que tienes detrás, del reconocimiento que yo siento todo el tiempo, con la gente. Te sientes más reconciliado contigo mismo a partir de que tienes una historia atrás y ves que el tiempo pasa y tus películas siguen teniendo vigencia. Es difícil que las obras se mantengan durante mucho tiempo, es él el que va juzgando si lo que hiciste tenía o no valor y compensa un poco el hecho de que a lo mejor en este momento no estés haciendo lo mejor de ti, con el hecho de que ya tienes la tranquilidad de que tienes una historia detrás.
¿Te parece que antes te enfocabas más en conflictos sociales y ahora exploras más las relaciones sociales? Sí evidentemente ese es un factor que a lo mejor ha modificado la expectativa, pero por otro lado sentía la necesidad de hacer temas más individuales, de relaciones humanas. Ahora estoy trabajando en dos proyectos, uno que tiene más que ver con conflictos más individualizados y el otro es sobre anécdotas de la guerra interna. Esa es una etapa que tiene muchas historias, hay un universo que todavía no se ha explorado lo suficiente.
Una de las cosas que resalta mucho en tus películas es que eres capaz de sacar lo mejor de los actores. Como director de actores eres genial. ¿Cómo eres con ellos? Tal vez el secreto está en que yo tengo una relación muy cercana con los actores, les doy mucha confianza, mucho cariño, no soy de los que los grita o que los exprime y los hace sentir mal. Al contrario. Creo que cuanto más relajado y tranquilo se siente, va a sacar lo mejor de él. Yo no tengo una técnica particular, no he estudiado para dirigir actores y muchas veces, si el actor tiene un método muy específico para trabajar, cuando está conmigo se desconcierta, porque piensa que me estoy saltando cosas básicas. Yo, por ejemplo, al corregir a un actor, soy muy de hacerlo diciéndole: ‘me gusta más que lo hagas así o asá’ y a él normalmente no le gusta que le digas qué hacer, sino que salga de una cosa orgánica de él. Para eso soy bastante heterodoxo, pero los resultados son buenos y normalmente los actores quedan bastante contentos después de trabajar conmigo. Es más, he escuchado comentarios de algunos que dicen que dicen que yo soy el que mejor los he dirigido y a mí me llama la atención porque no tengo un método particular. Tal vez el hecho de que tenga claro qué es lo que quiero de él puede ayudar.
Ahora, en ‘Dos Besos’, trabajas también con tu hijo. ¿Es fácil dirigirlo? Facilísimo. Lo más importante al trabajar con un actor es romper sus mecanismos de defensa. Y con Diego, el tiene toda la libertad de decirme qué es lo que estoy pensando y yo también y no hay ninguna resistencia de por medio. Y no solo es fácil, sino también muy agradable, porque cuando tus hijos ya son grandes y tienen una vida un poco aparte de la tuya, es una maravilla porque tienes mucha cercanía con ellos durante un tiempo que es algo que no te ocurre frecuentemente. Más de lo que hemos hablado no vas a poner. Ya estás por gusto..
Pero voy explorando otros temas… Pero ya no falta mucho, ¿no?
No, tranquilo. Eso también… Había escuchado, que no te gustan mucho las entrevistas. Solo cuando voy a sacar una película, sino no doy entrevistas.
¿Por qué? Primero, porque no siento que sea una persona que tiene tantas cosas interesantes que decir. Por otro lado, porque siempre me gusta proteger un poco mi vida personal, no me gusta estar haciendo exposición pública. Pero, lamentablemente, en el Perú al estrenar una película, sino haces exposición a la prensa, no hay forma de que la película se vea. Entonces estamos un poco obligados. Igual hay entrevistas que son más gratas y otras que lo son menos. Pero trato de no aparecer mucho.
¿Te molestan las críticas negativas? Cuando encuentro que la crítica está sustentada no, porque me sirve, me hace pensar en lo que hago. Cuando me doy cuenta que son de hígado o por dar la contra sí claro, me molesto. No soy inmune a la crítica. A mí sí me interesa, pero tampoco vivo pendiente de eso.
¿Qué es lo que te falta hacer como director, tu sueño, para sentirte totalmente satisfecho? Ne gustaría llegar al festival de Cannes. El festival tiene tres secciones, además de la competencia. Yo he estado en dos de ellas, pero no he llegado a la competencia. Me gustaría llegar a eso en algún momento.