Por: Verónica Klingenberger
PUBLICIDAD
Tim Howard me hace recordar a Sylvester Stallone en Escape a la Victoria. Esa actitud del grandote dispuesto a todo para evitar que la pelota se cuele en su arco. Y con esos shorts bien subidos hasta la cintura, como un boxeador con otro tipo de guantes esperando frenar todos los puñetazos de su adversario.
Este Mundial nos ha regalado, además de goles y drama como pocos, unos arqueros de antología. Luego de una rápida revisión en mi álbum de figuritas Panini, mi top 7 de mejores porteros de Brasil 2014 es el siguiente: El costarricense Keylor Navas, el nigeriano Vincent Enyeama, el alemán Manuel Neuer, el belga Thibaut Courtois, el mexicano Guillermo Ochoa (que ni siquiera aparece en el álbum, malditos cabrones), el argelino Rais Mbolhi y el chileno Claudio Bravo. Pero lo que hizo Howard contra Bélgica era como la escena final del típico blockbuster gringo en el que el héroe termina cargado en hombros, y el mismo contrincante, derrotado, se acerca a felicitarlo. Hasta que le metieron el segundo gol, apostaba a que el partido se definiría por penales ante Bélgica y que Estados Unidos ganaría. Que Howard atajaría el último disparo y luego se pondría a dar saltitos de felicidad en su propio arco.
El arquero de la selección estadounidense ha establecido un nuevo récord: el del mayor número de atajadas en un partido mundialista. Fueron 16, algo que no se veía en un Mundial desde 1966. Howard fue, además, elegido el mejor jugador del encuentro, honores a los que correspondió con un escueto “para eso me trajeron”. Jürgen Klinsmann, el DT de EE.UU., también se rindió ante él: “Estuvo fenomenal”, dijo, “completó un encuentro absolutamente asombroso y merece los mayores reconocimientos del mundo”. Pero el halago llegó también del capitán del equipo que acababa de vencerlos. Vincent Kompany escribió en su cuenta de Twitter: Two words.. TIM HOWARD #Respect #BelUSA.
El respeto se ha convertido en una fiebre desmedida por el fútbol (el de verdad) en Estados Unidos, algo que se ha visto reflejado en la audiencia televisiva, que ha crecido un 50% desde el Mundial de Sudáfrica 2010. Millones de chicos ven ahora a Howard como un verdadero héroe, uno con personalidad y con las agallas necesarias para dejar a la selección con la frente bien en alto (como lo han hecho muchos equipos que se han quedado fuera de los cuartos de final, por cierto). Quizás uno de esos chicos fue el que se atrevió a manipular la entrada de Howard en Wikipedia y le consignó el merecido cargo de “secretario de Defensa de los Estados Unidos”.
Hay algo heroico en todo arquero. En ser el último hombre, la última esperanza de esquivar la derrota. Eres el que queda echado boca abajo en el pasto. O el que con la pelota en la mano arenga a todo un equipo. Howard parece haber sido un líder nato, un chico con el coraje necesario para ser un estupendo arquero. “It will take a nation of millions to hold me back” (algo como “se necesitaría una nación de millones para detenerme”), escribió a los 18 años en el anuario de su colegio. La cita la sacó de un álbum de Public Enemy, su grupo favorito de entonces. Hoy es el tónico vigorizante de todo un país.