Por: Zoë Massey
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¡He vuelto! Con mi gato en la cabeza y con energías renovadas y bronceadas de vacaciones veraniegas. Hace unas semanas empecé a nadar para ver si el dolor se iba de mi cuerpo y la juventud volvía a mi vida y ahí vamos, una feliz brazada a la vez. Pero cada vez que sacaba la cabeza del agua para respirar veía esta escena: tres niños sentados juntos, ya en ropa de baño, con gorrito y lentes para meterse al agua, cada uno metido en su tablet. Ninguno se hablaba, reía, o se ponía a mirar el agua. Seis metros a la izquierda, una chica, esperando que su hijo termine clase, pegada a su smartphone. A un metro de ella, otra más en lo mismo, solo que acompañada de un pata que sí miraba el agua porque no tenía teléfono ni tablet ni nada. A él nadie le prestaba atención.
Ok, yo soy una adicta a estos aparatos, a estar conectada, postear fotos, compartir mis bizarras experiencias diarias, pero ¿niños así? Me estrujan la panza. Yo tuve la suerte de crecer con la imaginación en pleno, en parques, acequias, playas, y con noches viendo las estrellas hasta que me asustaban (pero ese es otro tema). Fui hija única y disfrutaba jugando y no viendo la TV. Mi madre era una hippie convertida a secretaria, pero en casa por años ni TV, ni teléfono, ni timbre. Mucha conversa, mucho juego, muchas risas. Yo no tengo hijos, pero si los tuviera, estarían en cosas como esta: * Agárrate Catalina: trapecio, malabares, telas (Jr. 28 de Julio 277, Barranco). * Si estás en el sur, Triciclo Mantaraya (clases de arte en San Bartolo). * En Barranco, todos los domingos, ven con tus hijos al MAC (Av. Miguel Grau 1511). * O algo que yo hubiera hecho feliz: ¡Taller de Superheroes! Con Guillermo Palacios (www.facebook.com/pages/Escuela-Peruana-de-Superhéroes/).
Siempre hay opciones para los chicos. Si no los quieres meter a clases, llévalos al parque, enséñales a montar bici o a jugar matagente, chapadas, escondidas. Por favor, que su crecimiento no sea solo con los dedos en una pantalla táctil.