Una película que satiriza a los ricos se ha convertido en la más taquillera del cine mexicano: cinco millones de espectadores ya se han carcajeado de la historia de un magnate constructor que engaña a sus hijos mimados para que enfrenten una vida de pobreza.
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“Nosotros los Nobles” parece haber dado en el clavo en un país con una de las brechas de ingresos más grandes del mundo, donde el 10% de la población controla el 40% de la riqueza, mientras casi la mitad vive en la pobreza.
El mes pasado, en una escena de la vida real que podría haber sido parte de este guión, la hija del titular de la Procuraduría para la protección del consumidor (Profeco) llamó a funcionarios de la oficina de su padre para que cerraran un restaurante cuyos meseros se negaron a darle la mesa de su elección.
Su altanero arrebato provocó que cientos de mexicanos denunciaran su comportamiento en Twitter bajo la etiqueta de #LadyProfeco. Algunos se burlaron de ella calificándola como una niña de papá prepotente, y otros muchos lo vieron como uno de los últimos ejemplos del sentido del derecho que tiene la élite.
Un cineasta también “noble”
Gary “Gaz” Alazraki, de 35 años y director de “Nosotros los Nobles”, cree que el comportamiento de la joven es típico de los pocos mexicanos privilegiados, que a menudo creen que están por encima de la ley.
“Esta película fue una caricatura hecha con mucho amor sobre cómo está México hoy en día, resaltando lo bueno y lo malo, pero dándole un tono de esperanza de que solamente es una mala fase”, explicó Alazraki a la AFP.
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“México ahora está similar a Estados Unidos en los años 1930: una clase social muy divida, una polarización de la riqueza muy marcada, no solo por el volumen de riqueza que unos tienen y otros no, sino por el color de quién la tiene y quién no”, añade.
Alazraki admite de buena gana que él viene del mismo mundo que los Nobles. Su padre, Carlos Alazraki, es un conocido gurú de la publicidad que trabajó en varias campañas presidenciales.
Cuando cumplió 18 años, el cineasta cuenta que se enojó con su padre por no cumplir la promesa de comprarle un coche pero después se sintió culpable cuando vio que sus amigos universitarios viajaban en autobús.
“Me mostró cómo estaba de desconectado de la realidad del país”, admite.
En la película, el empresario Germán Noble, cansado de ver a sus tres hijos llevando una vida de crucero gracias a su generoso bolsillo, decide darles una lección fingiendo su quiebra y orquestando un falso allanamiento policial en su majestuosa propiedad para obligarlos a conseguir trabajo.
El hijo mayor, Javi, al que le gusta volar en jet privado a Miami, termina por conducir un autobús público en las congestionadas calles de la Ciudad de México.
La hija, Barbie, una frívola joven acostumbrada a sólo estirar una mano para obtener cualquier capricho, al inicio de la farsa de su padre se pregunta sumamente ofendida: “¿Se puede saber por qué nos están quitando todo cómo si estuviéramos en Venezuela?”.
El más joven, Charlie, es expulsado de la universidad por acostarse con una profesora y tiene que trabajar como cajero de un banco.
Después del padre Amaro
El cine mexicano ha producido exitosas cintas como “Y tu mamá también” o “El crimen del padre Amaro”, protagonizadas por Gael García Bernal y Diego Luna, que alcanzaron niveles insuperables de recaudación durante 11 años hasta que las derrotó “Nosotros Los Nobles”.
La intención de Alazraki era simplemente hacer una “película de Hollywood en español” con un presupuesto relativamente modesto de 2,4 millones de dólares, y ya ha recaudado más de 20 millones de dólares en seis semanas en cartelera, ubicándose en segundo lugar el fin de semana después de la superproducción de Hollywood “Iron Man 3”.
Los críticos de cine explican este éxito porque la comedia retoma una vieja fórmula de la década de 1940 del cine mexicano, que explotaba los clichés que marcan las diferencias entre ricos y pobres.
“Los pobres son miserables pero alegres y tienen un gran corazón (…) Los ricos son los personajes que tienen que mendigar el afecto de los demás”, explicó a la AFP Jorge Ayala, autor de 11 libros sobre cine mexicano.
En una sala del exclusivo barrio capitalino de Polanco, ubicado a dos cuadras de un concesionario de Ferrari pero por donde también se ven niños pidiendo limosnas, el público se rió a carcajadas durante toda la película.
“Es una de las pocas películas mexicanas que son divertidas. Muestra el clasismo del país. Hay un mensaje para la juventud de la clase que depende de su papá”, comenta al salir de la sala Beatriz Arrechiaga, consultora de publicidad.
Por ahora, “LadyProfeco” y su padre, el procurador Humberto Benítez, han pedido disculpas públicas, pero la historia continúa. El presidente Enrique Peña Nieto ordenó una investigación y los legisladores han pedido a Benítez que comparezca ante el Congreso.