En los setenta todo era paz y amor, en los ochenta los cuernos, en los noventa los puños. Con el cambio de siglo llegó la fiebre tecnológica de pasar del concierto y grabarlo todo, primero con cámaras fotográficas, después con teléfonos móviles y, finalmente, con tabletas.
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Quedaron atrás las luchas con cerveza y los inmensos pogos. Como dijo una vez Brian Molko, líder de Placebo, “estamos cada vez más cíclopes”.