“Whitney le pertenece a la familia, pero también a nosotros los fans”, dice Marta Celius con una gran foto de la cantante a unos 250 metros de la iglesia donde tenía lugar el funeral privado de Whitney Houston en Newark (Nueva Jersey), este de Estados Unidos”.
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Como Marta, un centenar de admiradores de la fallecida cantante de la música pop se acercaron lo más que pudieron el sábado por la mañana hasta la iglesia bautista New Hope, elegida por la familia de Whitney para la ceremonia en la que participaron estrellas de la música y el cine.
Con cielo azul, sol y una temperatura benigna para esta época del año, los fanáticos cantaban, bailaban y agitaban pancartas con la foto de su ídola y mensajes, el más común de ellos “We’ll always love you”, detrás de una cinta colocada por la policía a más de dos cuadras de la entrada del templo en la avenida Sussex.
Como estaba previsto, las fuerzas de seguridad desplegaron un amplio operativo desde temprano, cerrando las calles aledañas de la iglesia, en cuyo coro de gospel cantaba Whitney cuando era niña.
“Estaba complicado porque no me dejaban pasar ni por aquí ni por allá y me tuve que colar por otro lado. Pero finalmente llegué”, cuenta a la AFP Marta, de 53 años y que lleva más de 25 viviendo en Newark.
“Es el último adiós. Nos dejó su buena música. Mucha gente la critica por todas las cosas de su pasado, pero tenemos que darle las gracias por toda la música”, afirma esta simpática guatemalteca.
“Tampoco podemos pedir más”, agrega, resignada, al referirse a la ausencia de una ceremonia pública en esta ciudad más bien humilde, muy diferente a la Nueva York que se asoma del otro lado del río Hudson.
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James Germany quería también una despedida pública porque Whitney “es una leyenda”, aunque sabía lo que le esperaba el sábado.
“Sabía que iba a ser así más o menos. Me hubiera gustado una ceremonia pública para los fanáticos”, afirma este hombre de 33 años oriundo de Newark que llegó tres horas antes del inicio del funeral.
Para Tamecca Melvin, de la vecina ciudad de Jersey City, era importante estar presente para “un día histórico”.
“Realmente quería ver la iglesia, tocarla, porque sé que no puedo entrar por decisión de la familia. Es un día histórico para mí y quería estar lo más cerca posible”, indicó.
El jefe de la policía local, Samuel DeMaio, había recomendado a los admiradores de Whitney Houston quedarse en casa.
La mayoría pareció aceptar seguir la retransmisión de la ceremonia por internet a través de una cámara autorizada a filmar desde el interior de la iglesia, aunque algunos se dieron cita en lugares públicos, como en el restaurant de comida rápida “Babe’s”, no lejos de la iglesia.
Allí, un grupo de fanáticos siguió la ceremonia en dos pantallas, aplaudiendo a los artistas que cantaron y los emotivos discursos sobre Whitney.
El viernes por la noche, los admiradores de la cantante habían podido acercarse hasta la puerta de la iglesia por última vez antes del funeral.