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Del legendario estadio Maracaná a la bellísima pero asquerosamente sucia bahía de Guanabara, los lugares donde se disputarán los Juegos Olímpicos de Rio de Janeiro el mes que viene son sumamente variados.
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Es la primera vez que una ciudad de Sudamérica es sede de este gran evento deportivo y los desafíos se han hecho más difíciles de superar en medio de la profunda crisis económica que atraviesa Brasil.
La buena noticia es que las autoridades dijeron que todas las instalaciones deportivas están casi terminadas, salvo algunos detalles cosméticos. La gran preocupación es si la nueva línea del metro, que recorrerá un trecho de 16 km de Ipanema al inicio de Barra da Tijuca, estará lista.
Cuatro ciudades en una
Cuatro regiones de la ciudad más icónica de Brasil fueron escogidas como sede de los Juegos.
El principal complejo es el Parque Olímpico en el apartado barrio de Barra de Tijuca (oeste), a 36 km del centro de la ciudad, donde se disputarán disciplinas como tenis, gimnasia, judo, lucha y buena parte de la natación. Muy cerca del Parque está la Villa Olímpica, que alojará a más de 10.000 atletas y a unos 7.000 integrantes de las delegaciones.
Deodoro, un humilde suburbio en el noroeste de Rio que poco o nunca ve turistas, recibirá disciplinas como el hípica, hockey sobre césped, rugby a siete y canotaje.
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El turístico barrio de Copacabana y alrededores incluida la bahía de Guanabara y la laguna Rodrigo de Freitas recibirán las competencias de vela, remo, maratón acuático, triatlón y vóley playa.
Glamurosos eventos como la ceremonia de apertura y clausura se realizarán en el Maracaná, y las competencias de atletismo en el estadio Joao Havelange (apodado también “Engenhao”), ahora renombrado Estadio Olímpico. La maratón terminará en el famoso sambódromo de Rio, cerca de allí.
El torneo de fútbol se disputará en cinco de las ciudades del Mundial-2014 (Sao Paulo, Manaos, Brasilia, Belo Horizonte, Salvador), antes de las etapas finales que se juegan en Rio.
Navegar en cloacas
La regata y el windsurf se disputarán en la Marina da Gloria, cerca de Copacabana, en las aguas de la bahía de Guanabara. Tras décadas de recibir toneladas de basura y aguas residuales, la bahía se convirtió en una gigantesca letrina natural que ha levantado preocupaciones sobre su impacto en la salud de los atletas.
No obstante, las autoridades aseguran que no hay riesgos.
El gobierno del estado de Rio se comprometió a realizar una gran limpieza mediante el tratamiento de por lo menos el 80% de las aguas servidas. Pero la meta fue abandonada y el propio alcalde de Rio, Eduardo Paes, asegura que ese porcentaje ronda actualmente el 50-55%.
Sobre las aguas de la bahía flotan bolsas o botellas plásticas. Unos botes colectores limpian el área olímpica para evitar que nada obstaculice la competencia.
Recientes reportes de derrames de petróleo, de la presencia de una superbacteria en las aguas e incluso de un brazo flotando se añaden a las preocupaciones sobre la bahía de Guanabara.
Lo bueno, para los canales de televisión, es que la regata será de las competencias más fotogénicas de los Juegos.
¿Cómo moverse?
Rio de Janeiro es una ciudad extensa dividida por montañas y favelas y con un tránsito infernal: atravesarla es un desafío.
Los organizadores esperan solucionar ese tema con un nuevo metro y un sistema de buses rápidos que viajan por carriles exclusivos, llamados BRT, y que conectan las cuatro regiones olímpicas.
Pero la gran incógnita es si la nueva línea del subte estará lista a tiempo. Las autoridades prometieron que abrirá a último minuto: el 1 de agosto, apenas cuatro días antes de la ceremonia inaugural.
Y si abre, de cualquier modo sólo podrá ser usado por la “familia olímpica”: atletas, personas con credencial y espectadores con boletos comprados. El resto de la población tendrá que esperar hasta después de los Juegos.
El metro tampoco llegará hasta el Parque o la Villa Olímpica: habrá que tomarse un BRT y recorrer en bus otros 23 km para llegar hasta allá.