“Quiero aprovechar esta oportunidad para pedir perdón al señor y la señora Steenkamp”, dijo en una voz entrecortada por los sollozos y por momentos apenas audible que obligó a la jueza a pedirle que hablara con mayor claridad.
PUBLICIDAD
En el tribunal, la madre de Steenkamp, June, arropada por otros familiares, permaneció impasible.
Pistorius, quien afirma desde el principio que confundió a su novia con un ladrón dijo que “estaba tratando de proteger a Reeva. Quiero que la gente sepa que ella era una mujer amada cuando se fue a la cama esa noche”, agregó.
La acusación afirma al contrario que el atleta mató a Reeva tras una violenta pelea.
“He tratado de poner las palabras sobre el papel para escribirles pero nunca habrá palabras suficientes”, continuó el primer atleta paralímpico que participó en unos Juegos Olímpicos.
Era la primera vez que Pistorius se expresaba públicamente desde la muerte de su novia, ocurrida el 14 de febrero de 2013.
Desde entonces, dijo haber tenido “horribles pesadillas”. “Me despierto durante la noche oliendo sangre”, declaró.
PUBLICIDAD
También contó que desde esa noche del 2013 ha perdido mucho peso, toma pastillas para dormir y antidepresivos.
Tras cinco semanas de semanas de declaraciones de testigos llamados por la fiscalía, el lunes comenzó la presentación de los argumentos de la defensa.
Sin embargo, por la tarde, el tribunal decidió levantar la audiencia hasta el martes, a pedido de la defensa que arguyó que su cliente estaba “realmente agotado”.
“Bueno, parece estar agotado, se escucha agotado”, respondió la jueza Thokozile Masipa, refiriéndose a Pistorius.
– Rezábamos juntos –
Interrogado por su hábil abogado, Barry Roux, sobre su vida y su familia, desde su nacimiento sin peronés el 22 de noviembre de 1986, hasta su doble amputación, Pistorius, de 27 años, evocó visiblemente emocionado la muerte de su madre cuando tenía apenas 15 años.
“Mi madre se preocupaba mucho por la seguridad. Crecimos en una familia en donde mi padre estaba a menudo ausente, y (mi madre) tenía miedo las noches, a veces incluso llamaba a la policía”, dijo ante la barra.
Ella “conservaba incluso un arma bajo su almohada”, añadió el acusado.
Pistorius pintó él mismo el retrato de un hombre sensible, cercano a su familia y amigos, amante de los perros y multiplicando las acciones caritativas. Muy diferente del retrato de un hombre paranoico, obsesionado con la seguridad, descrito por la prensa sudafricana y los testigos de la fiscalía.
“La religión es muy importante para mi. (…) Mi Dios es un Dios de refugio”, dijo también Pistorius.
Reeva era una “bendición” ya que tenía mucha fe y era “una cristiana muy creyente”, “rezábamos juntos”, aseguró el atleta.
Por la tarde, con la voz cada vez menos audible, Pistorius admitió estar “agotado”. “¿Durmió la noche pasada?”, le preguntó su abogado. “No señor, tengo muchas cosas en la cabeza”, respondió el deportista.
Su abogado pidió entonces que se aplace la audiencia, a pesar de que su cliente llevaba hablando apenas una hora y media.
“Si no va a ser lo mismo todos los días y que el juicio puede avanzar, no tengo ninguna objeción”, replicó el fiscal Gerrie Nel.
“Parece realmente estar agotado, se escucha agotado”, reconoció por su parte la jueza Thokozile Masipa, aplazando la audiencia hasta el martes por la mañana.
Los primeros momentos de la audiencia del lunes fue consagrada al testimonio del médico legista Jan Botha.
El especialista confirmó, entre otros, el orden de impacto de las cuatro balas disparadas por Pistorius presentado por la fiscalía: primero la cadera y al último la cabeza.
Reeva habría podido entonces gritar antes de morir, tal y como lo asegura la fiscalía… Excepto si los disparos fueron en ráfaga, como lo sugirió Roux.
Pero la defensa había afirmado hasta ahora que el atleta disparó en dos tiempos. Por lo que el fiscal no dudó en destacar que la defensa cambió su versión de los hechos.