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Gabeira: la brasileña que surfeó la muerte

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Por: Roberto Benavides

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El mar impredecible se agolpa con furia sobre Nazaré, un pequeño pueblo a 100 kilómetros de Lisboa. En lo alto de Praia do Norte, un puñado de surfistas se reúne para desafiar la descomunal crecida. Entre el tumulto sobresale una silueta delicada. Maya Gabeira, la surfista carioca de 26 años que mantiene en vilo a todo Brasil, está lista para cumplir su desafío.

Desde su primer viaje a Hawaii, a los 17 años, Maya quedó impactada por las olas gigantes y la osadía de los tablistas locales. Allí decidió su camino. Poco a poco llegaron los auspiciadores y fue invitada a dar la vuelta al mundo a la caza de las grandes crecidas. Su sonrisa traviesa y su arrojo la han convertido en un icono deportivo en Brasil y en el mundo de la tabla. Miles de admiradores la siguen a través de sus cuentas en Instagram y Facebook.

En Praia do Norte, Nazaré, la tormenta invernal impulsa las olas hasta el nivel esperado. Llegar allí no ha sido sencillo. Hubo desde intensas sesiones de fortalecimiento muscular en las playas de Río hasta ejercicios de inmersión y control respiratorio en Hawaii. Nada puede detener a estos decididos atletas.

Sujetada a una cuerda de la moto acuática Maya espera su turno. Un lomo de agua sobresale en medio de la tempestad. La moto acelera y Maya sale despedida con premura hacia la rompiente. Atrás, un monstruo gigantesco de agua y sal gana cada vez más altura y llega a los 21 metros. La extrema velocidad y la violencia del agua solo le permiten focalizar la atención en la ruta del descenso.

A miles de kilómetros, a través de Internet, Brasil entero observa la ola descomunal que alcanza una veintena de metros. Entre sus fauces un diminuto punto zigzaguea, apenas perceptible.

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El ex diputado federal Fernando Gabeira no puede ocultar el orgullo que siente al ver a su hija, tampoco el temor. No le falta razón, los golpes y las fracturas son inevitables. De eso puede dar cuenta el cirujano de Maya, que le ha reconstruido la nariz en diez ocasiones, incluso cuando la tuvo partida en doce pedazos. La madre, la diseñadora Yamé Reiss, conserva una foto de su niña aprendiendo a flotar y confiesa que jamás le hubiese enseñado a nadar si hubiera sabido hasta dónde llegaría.

De improviso la cresta de la ola estalla en una espuma gigante. En uno de los coletazos, el peroné derecho se fractura y Maya cae. La dura preparación de resistencia subacuática la ayuda a soportar la embestida del mar. Las motos acuáticas se acercan. Una segunda ola la zarandea y la deja al borde de la asfixia. A la tercera desaparece por completo. Brasil está detenido. Luego de algunos minutos de búsqueda frenética, su cuerpo yace flotando boca abajo. Sin respirar y con el corazón detenido se le practica una reanimación cardio-pulmonar. Tras largos minutos de contracciones, Maya vomita. Ha sobrevivido. Pronto volverá a sonreír traviesamente y a esperar los próximos temporales de invierno.

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