Los Juegos Olímpicos de Invierno Sochi 2014 terminaron el domingo con una alta calificación. Cerraron con una ceremonia de clausura espectacular para hacer que el mundo se olvide de las controversias sobre sus altos costos -50 mil millones de dólares- y sobre la difícil situación de los derechos humanos en Rusia. Pero los Juegos Abiertos serán aún más difíciles.
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Hoy empieza oficialmente en Moscú esta competencia organizada por la Federación Rusa LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transexuales). Unos 250 atletas ya están en la capital rusa para competir en deportes como bádminton, natación y esquí en un programa de cinco días. Los atletas no necesitan ser gays, pero sí tener una actitud ‘protolerancia’.
La Federación afirma que su objetivo es desafiar las leyes de Rusia sobre la homosexualidad, como la prohibición a la promoción o publicidad de eventos gays. Los organizadores esperan ‘empoderar a la comunidad LGBT y a otras personas para que luchen por sus derechos en un entorno homofóbico’.
Los organizadores, liderados por el agente de seguridad Viktor Romanov y el ex patinador Konstantin Yoblatsky, afirman que han mostrado respeto por Sochi al programar los Juegos Abiertos después de los de Invierno. Así, Sochi transcurrió sin protestas y con solo un activista italiano detenido.
El Kremlin se ha negado a financiar los Juegos Abiertos. El apoyo más bien ha llegado del extranjero. Entre los auspiciadores está la ministra de Deportes de Holanda, Edith Schippers, y el campeón olímpico de clavados estadounidense Greg Louganis, abiertamente homosexual.
El evento ha sido atacado por los conservadores rusos. El legislador Vitaly Milonov ha exigido la prohibición de los Juegos o que se celebren en privado, diciendo que ‘si ocurren en público, se convertirán en una pesadilla’.
Hay una estricta seguridad para estos Juegos, pero los grupos LGBT temen actos violentos. ‘Es probable que haya oposición de las autoridades y de cierto público, dado el clima homofóbico en el país’, le dijo a Publimetro Tanya Lokshina, directora de Human Rights Watch en Rusia. ‘Los participantes están preparados para enfrentar problemas como cancelaciones de competencias sin previo aviso o ataques por parte de los ultraconservadores’.