Es la prueba viviente de la persistencia. Y de que esta te lleva lejos. Consiguió algo que todos consideramos inherente: ser tratado con igualdad. Antepuso sus cualidades profesionales antes que sus limitaciones. No quería condescendencias. Solo quería competir. Lo logró y se ha hecho de un sitial en el podio moral de todos los que lo vimos correr. Óscar Pistorius, el primer atleta doblemente amputado en participar en unas Olimpiadas Oficiales, fue eliminado hoy de la competencia, pero nadie le quitará jamás el premio de ser recordado como un luchador.
Llegó de último, pero llegó. Fiel a su estilo, jamás se rindió. Fiel a su estilo, siempre con la cabeza en alto. Su grandeza fue reconocida y valorada por el ganador de la competencia en la que fue eliminado. Antes de abandonar la pista, el joven granadense Kirani James, actual campeón del mundo, que ganó la serie con una marca de 44.59., le pidió el dorsal a Pistorius. Tal como si fuera un intercambio de camisetas.