El 10 de marzo de 1987, el Vaticano condenó a los niños probeta y a la inseminación artificial. Afortunadamente la historia de Carlinhos Saleiro ya había comenzado. El milagro de su vida se gestó en el tubo de ensayo. La ciencia logró que sus padres le entregaran el amor que habían guardado especialmente para él. Carlos es el primer bebé probeta en la historia de Portugal y es el primer futbolista concebido in vitro del que se tenga noción.
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Cuando llegó al mundo, a la una y media de la tarde del 25 de febrero de 1986, el orgulloso papá hizo una promesa increíble. Juró que su hijo sería seguidor del Sporting de Lisboa y algún día se convertiría en futbolista profesional. El pequeño Saleiro fue ofrendado al juego. Ingresó a la prestigiada academia del club, en donde supo que tenía el don del gol. Anotó más de 300 antes de cumplir los 18 años. Fue seleccionado nacional en las categorías menores y logró generar una gran expectativa por su propia historia y sus facultades.
Carlos Miguel Mondim Saleiro optó por ser un jugador de ataque. Es un año menor que Cristiano Ronaldo y decían que su juego se asemejaba al de la estrella galáctica. Le gusta que le digan CS9 en referencia a su paisano, quien se formó en las mismas canchas que él. Mide un metro con 85 centímetros. Pertenece al Sporting, quien lo presta y lo recupera con frecuencia. Debutó en 2004 en la tercera división con el Club Deportivo Olivais e Moscavide. Apenas en el 2008 llegó a la Liga Portuguesa con el Setúbal, luego fue prestado al Académica Coimbra, hasta que en 2009 cumplió la promesa del padre y alineó con los Leones verdiblancos.
Él fue el primer bebé probeta de Portugal y así será recordado siempre. Las primeras líneas del argumento de su vida las dictó su padre y el trató de interpretarlas convirtiéndose en futbolista. Ya tiene más de 150 partidos como profesional pero sus goles no han sido suficientes. El tiempo ha ido pasando con sus dificultades y Carlinhos ahí está. Luchando por mantener su destino jugando prestado en el Servette FC de la Superliga Suiza.
Aunque las similitudes con Cristiano Ronaldo se han convertido en marcadas diferencias, su historia nos invita a emocionarnos con esos milagros que la ciencia y la propia naturaleza son capaces de regalarle a un mundo que debe volver a creer en los planes, en los sueños y en un futuro que siempre deberá ser mejor, siempre y cuando se disfrute cada instante del presente.