Cine

El arma que no se dispara: el conservadurismo en ‘Joker’ y ‘La Pasión de Javier’

Arthur Fleck y Javier Heraud (el de la ficción) pueden ser vistos como antihéroes que desembocan en el camino de la violencia ante un mundo que se opone a sus realizaciones personales o colectivas.

Joker también era un río. Sí un río. Un río de risas rojas del que ‘los animales / huyen, / huyen huyendo / cuando se desborda’. Una crítica ingenua diría que Joker ‘nace bueno y la sociedad lo corrompe’, que Javier Heraud (siempre el de la ficción, nunca el de la historia) coge las armas por inmadurez; que este termina actuando impulsado por pura pasión y el otro por pura demencia, etc, etc. Pero, qué proponen realmente las películas Joker, de Todd Phillips, y La pasión de Javier: el poeta guerrillero, de Eduardo Guillot.

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Más allá de un comentario estético de la calidad cinematográfica o actoral en ambas cintas (una con una gran actuación y la otra con regulares sobreactuaciones) o de pretender decir cómo debieron ser los argumentos de obras que ya están cerradas; siempre pueden emerger algunas afirmaciones sólidas del contraste de dos discursos similares.

Arthur Fleck (el nombre del Joker antes de ser el Joker) y Javier Heraud (el de la ficción) pueden ser vistos como antihéroes que desembocan en el camino de la violencia ante un mundo que se opone a sus realizaciones personales o colectivas.

En ambas historias se narra el proceso que conduce a cada uno a la muerte o a la derrota (porque todos saben que, en el universo DC, el Joker terminará siendo derrotado por Batman u otro héroe que decidan crear). Pero en las narraciones de ambos procesos están implícitos una serie de argumentos que buscan decirle a la audiencia cuáles son las causas por la que personajes como el Joker y Javier Heraud se convierten en lo que finalmente los destruye.

Así, la tesis más general de ambos discursos sería: ‘En esta sociedad, el camino de la violencia, sin importar si sus razones son justas o no, solo conduce al fracaso’.

La pasión de Javier está narrada en dos secuencias temporales paralelas que se intercalan. Mientras más se acerca a la decisión de optar por las armas, más se acerca a la muerte.

Sin lugar para la razón

En La pasión de Javier parece haber una obsesión por mostrar que el protagonista pone por encima a la pasión antes que la razón. Pese a llevar un vida sin padecimientos económicos, haber sido quien más libros había leído entre los postulantes a la Universidad Católica e impresionar al jurado de examen de ingreso con sus respuestas, Javier es representado como alguien que, sin mediar mayores razones, va a los golpes fácilmente. Pelea con un hombre que bota a un mendigo de la puerta de su casa (‘¡abusivo de mierda!’, dice ante de atacar) y con un compañero guerrillero que le dice ‘dedícate a tu poesía, ¡huevón!’ como una forma de reclamo por querer continuar el camino por la selva sin considerar los peligros. Además, su novia, Laura, termina la relación tras increparle su ‘pasión excesiva por todo’ y no únicamente por ella. Incluso el padre de Javier lo califica como un ‘apasionado’.

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Así, la decisión de Javier de sumarse al Ejército de Liberación Nacional (guerrilla comunista) está, según la película, sustentada en la pura pasión. ‘Dégale’, su mejor amigo y quien quisiera quedarse con Javier estudiando Letras en Lima, opta por obedecer a sus padres y viaja a Alemania a estudiar. La película no cuenta las razones por las que los compañeros guerrilleros de Javier optaron por el camino ‘violento’. La única causa válida para esa decisión, dentro del argumento de la película, es la pasión o la decisión apresurada y no razonada de buscar un cambio social inmediato.

En la cinta Joker, Arthur Fleck padece un problema psiquiátrico: ríe involuntariamente en situaciones que le generan angustia. Está medicado y eso explica que sea alguien que busque seguir las normas morales y acepte su situación sin quejarse. Pese a ser pobre y víctima del sistema social decadente de Gotham City, Arthur cuida a su madre enferma, es honrando, cuando unos jóvenes lo golpean sin razón aparente no responde a la agresión y los perdona, quiere hacer feliz a los demás siendo payaso, etc., etc.

Luego de una serie de situaciones que agravan su condición (lo despiden del trabajo, el servicio social no le puede dar más pastillas, descubre que es adoptado y que su madre lo maltrataba de niño, mata a tres jóvenes ricos ‘involuntariamente’) llega a la conclusión de que el problema no es él, sino los otros y, azarosamente, termina fundando y liderando el movimiento de los furibundos desvalidos de Gotham City cuyo lema es ‘Kill the rich’.

En el discurso de Joker, al igual que el de La pasión de Javier, cualquier movimiento en contra del sistema solo puede emerger de la sinrazón. Así, Joker da cuenta de la imposibilidad de pensar en un cambio real que vaya más allá de la catarsis individual de saquear, quemar autos y gritar ‘Kill the rich’.

En ese sentido, se trata de dos discursos conservadores que desconfían de un cambio verdaderamente sustancial (eso no puede ser algo razonable) y esperan a algún Batman que dé cierta sensación de tranquilidad y justicia y que reasegure el orden.

En la ficción, Javier Heraud es incapaz de disparar contra alguien cuando es atacado; de un modo similar, la revuelta que genera el Joker no tiene destino conocido, es un tiro al aire: dos armas de donde solo sale una banderita que dice BANG!

Por: Carlos Espinoza H.

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