Los astronautas Alexéi Ovchinin, de Rusia, y Nick Hague, de Estados Unidos, contaron a los medios de prensa de sus respectivos países sobre su experiencia tras el accidente ocurrido con la nave espacial Soyuz, la cual los obligó a aterrizar de emergencia.
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Los miembros de la misión 57 debían estar a 400 kilómetros en órbita sobre la tierra, a bordo de la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés), pero un problema ocurrido dos minutos después del despegue desencadenó la eyección automática de la torre de salvamento del cohete en la que estaba la cápsula con los dos cosmonautas.
Entrevistado por la televisión pública rusa, Alexéi Ovchinin explicó que “la presión experimentada durante el descenso va del pecho a la espalda, entonces imagínense que alguien le pone a uno en el pecho un bloque enorme de cemento que equivale a siete veces tu peso”.
El astronauta de 47 años, quien viajaba por segunda vez al espacio, subrayó que la presión no era “tan intensa, un poco menos de 7-g”, o sea menos que las presiones a las que se enfrentan en sus entrenamientos habituales. Pero era más que los 5-g de los descensos normales de Soyuz.
“Me siento bien, como mi colega estadounidense Nick Hague”, añadió Alexéi Ovchinin, quien resaltó que “los médicos concluyeron que nuestra salud es buena, e incluso excelente”.
“La primera cosa que sentí es la de haber sido sacudido violentamente de un lado al otro”, comentó por su parte Nick Hague, en una sesión de preguntas y respuestas con medios de prensa transmitido en internet por la NASA.
Los sacudimientos a los que se refería se debían a que la cápsula se alejaba a toda velocidad del cohete, gracias a sus propios motores, antes de que se abrieran los paracaídas.
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Cuando notaron las señales de emergencia encendidas, Hague mencionó que “todo lo que se ha aprendido en el entrenamiento se aplica”. Por su parte, Ovchinin precisó que “para lo esencial, el sistema automático de salvamento hizo todo, únicamente lo seguimos”.
Cabe resaltar que el gobierno ruso creó una comisión de investigación para determinar las razones del fracaso, que podría tener consecuencias para la agenda de la Estación Espacial Internacional.
Sumado a ello, está presente la decepción de no estar en el espacio. Nick Hague declaró que se entrenó dos años para su misión, mientras que otros astronautas se entrenan varios años para las próximas misiones.
“Estoy listo a volar cuando la NASA quiera”, afirmó el astronauta norteamericano, inclusive a bordo de una nave Soyuz, que por el momento es el único vehículo capaz de llevar humanos al espacio.
Hague resaltó que el sistema de emergencia “no había sido activado en 35 años, pero lo activamos la semana pasada y funcionó”.
Fuente: AFP
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