Por MIRIAM TELMA JEMIO / Mongabay Latam
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¡Romeo busca pareja! Ese es el nombre que le pusieron a la única rana acuática yuracaré que vive en cautiverio desde hace una década en Bolivia. Los científicos que estudian a este anfibio llevan años sin ver a esta especie en el Parque Nacional Carrasco, el hogar de esta pequeña rana salvaje, por lo que temen que haya ocurrido lo peor: que se haya extinguido en estado salvaje.
Para descartar o confirmar esa teoría, lanzaron una singular campaña que culminó el Día San Valentín y que logró recaudar 25 000 dólares, muy por encima de su meta, monto que servirá ahora para organizar diez expediciones científicas en el área de distribución de esta especie, que son los Andes orientales de Bolivia. La última vez que los investigadores vieron a este anfibio fue en un área comprendida entre la provincia de Chapare, en el departamento de Cochabamba, y la provincia de Caballero, en el departamento de Santa Cruz. Esa es la zona que han marcado en el mapa para tratar de encontrar a una Julieta.
Los biólogos de la Iniciativa Anfibios de Bolivia (IAB), del Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny de Cochabamba, tienen la esperanza de encontrar durante las expediciones otros ejemplares de la rana acuática Yuracaré (Telmatobius yuracare), señaló a Mongabay Latam Arturo Muñoz, director y fundador de la IAB.
Cuando colectaron a Romeo, cuentan los biólogos, sabían que se encontraba en problemas como otros anfibios de Bolivia, ‘pero no teníamos idea de que no volveríamos a encontrar ni un solo individuo de la especie en todo este tiempo’, remarcó Muñoz, quien actualmente es científico de conservación asociado a la Global Wildlife Conservation (GWC), un aliado de la campaña.
Según la IAB, al año de su cautiverio, Romeo empezó a emitir sonidos para tratar de encontrar una pareja, pero en los últimos años ese llamado ha empezado a disminuir. ‘El tiempo se está acabando para encontrarle una pareja a Romeo’, dijo Muñoz. No solo por la disminución del llamado al apareamiento, explicó el científico, sino también porque el gobierno construirá una represa en la localidad de Sehuencas, una zona boscosa ubicada en el centro de Bolivia donde esta rana salvaje fue alguna vez tan común, que hoy es también conocida como la rana acuática de Sehuencas.
Se trata del Proyecto Hidroeléctrico Ivirizu, cuya represa ocupará una parte del Parque Nacional Carrasco, en el departamento de Cochabamba.
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Un trabajo de conservación
Los científicos de la IAB no solo quieren encontrar más ejemplares para criarlos en cautiverio y asegurar la conservación de esta rana salvaje. Ahora que cuentan con los fondos necesarios, buscarán identificar también los sitios donde aún se encuentra la especie, en caso de que lleguen a ubicarla, y trabajarán en coordinación con todas las instituciones y poblaciones cercanas para asegurar su protección.
‘La idea es trabajar desde un punto de vista más amplio y de una manera multidisciplinaria, la cual garantice la sobrevivencia de la especie y su hábitat. Tener una especie amenazada en un acuario no sirve de mucho, esa es solo la última opción’, explicó el director de la IAB.
Los conservacionistas tienen la esperanza de encontrar nuevos individuos para poder establecer un programa de reproducción que salve a la especie.
‘Es muy importante intentar esfuerzos de conservar su hábitat y revertir las amenazas, una vez que se tenga claro qué es lo que está causando estas declinaciones’, explicó Muñoz.
La GWC espera sumar pronto a la rana acuática yuracaré o de Sehuencas a la lista de especies recuperadas donde figuran el hurón de patas negras, el tití león dorado y el cóndor de California, señaló en un comunicado Robin Moore, biólogo de conservación de anfibios de esa organización.
Para algunas especies el tiempo se está acabando, destacó Muñoz. Y resaltó la importancia de los programas de crianza en cautiverio para mantener y reproducir especies críticamente amenazadas —como Romeo— para futuras reintroducciones.
El dinero que han logrado recaudar será utilizado ahora para cubrir los costos del equipo que colectará las ranas, para comprar linternas de cabeza, cubrir el transporte y la contratación de guías locales, para realizar las diez expediciones científicas en lugares donde la especie fue alguna vez común y en sitios con hábitats similares, donde los biólogos aún no han buscado.
Además de buscar adultos y renacuajos de la rana acuática Sehuencas, se realizarán pruebas en el agua de los riachuelos y ríos en busca de trazas de ADN de las ranas. Según la IAB, eso servirá para confirmar si están ahí, aunque no se las vea directamente en las expediciones.
Según la GWS, debido al éxito de la recaudación, con los 10 mil dólares adicionales los investigadores podrán comprar un equipo para recolectar ADN ambiental (eDNA) en las expediciones y equipos de grabación de sonido para verificar la presencia de la especie registrando su vocalización.
Incluso están evaluando el construir un centro de crianza de conservación biosegura para la especie si el equipo encuentra otras ranas de agua Sehuencas. Esto ayudará a mantener a los animales a salvo de enfermedades para que algún día la especie pueda ser devuelta a la naturaleza.
Contar con más recursos, además, les abre las puertas para trabajar con un laboratorio australiano que podría congelar los espermatozoides de Romeo y otros tejidos para que, como plan B, puedan probar la fertilización in vitro si las expediciones encuentran una hembra y no se concreta la reproducción natural.
Romeo: la rana salvaje de Sehuencas
La Telmatobius yuracare es totalmente acuática y alguna vez su presencia fue tan abundante, que no significaba una preocupación para los científicos. Era usual entonces encontrar renacuajos (larva de rana) en el fondo de las pequeñas quebradas o ríos, o en estanques de bosques nublados en Bolivia.
Fue descrita por el biólogo Ignacio De la Riva en 1994. Y catorce años después, en 2008, ya estaba ingresando al Libro Rojo de la Fauna Silvestre de Vertebrados de Bolivia en la categoría En Peligro (EN) de extinción. Ese mismo año, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) la clasificó como Vulnerable (VU) y no se volvieron a registrar actualizaciones en una década.
La Telmatobius yuracare es una especie de tamaño grande. Los machos miden hasta 57,6 milímetros y las hembras 46 milímetros. El iris de sus ojos tiene una coloración entre verde y café con pequeños puntos amarillos. Su cuerpo es robusto, más ancho que su cabeza. Entre otras características, su piel dorsal y la ventral son lisas; su dorso es de color café verdoso, café grisáceo o beige, con manchas irregulares oscuras; y las superficies ventrales son anaranjadas o amarillentas con o sin manchas difusas de color café.
Es una especie endémica de Bolivia, solamente es conocida en algunas localidades como Sehuencas, Jatun Potrero y la Siberia, en Cochabamba; y Karhuasi en Santa Cruz, entre la ecoregión de los yungas.
Los investigadores Rodrigo Aguayo e Ignacio De la Riva sostienen, en el Libro Rojo de Bolivia (2008), que en monitoreos realizados (durante los tres años precedentes a 2008) en el Parque Nacional Carrasco, en lugares donde esa especie era abundante, encontraron únicamente tres individuos (ejemplares) y muy pocos renacuajos, ‘evidenciando una drástica disminución’.
Cautiva en un container
Las principales amenazas, descritas por Aguayo y De la Riva, son ‘su distribución restringida y la fuerte presión antropogénica’ producto de la agricultura y el uso de pesticidas, o la pesca y el turismo, actividades que han ido ‘destruyendo varias de las localidades donde estaba la especie’. Aunque, resaltan los expertos, la mayor amenaza detectada fue el hongo quítrido, causante de varias disminuciones y extinciones de anfibios en el mundo.
Una de las medidas de conservación propuestas es la cría en cautiverio para futuros repoblamientos. Con ese fin, Romeo ha vivido en un acuario construido en un conteiner de envíos, transformado en arca para anfibios de la AIB, en el Museo de Historia Natural Alcide d’Orbigny.
Muñoz describe a Romeo como una rana tímida, a la que le gusta reposar bajo las rocas y que solo se asoma cuando aparecen sus cuidadores (los investigadores de la IAB) para servirle sus bocadillos favoritos: gusanos de tierra, isópodos y caracoles.
En la última década, los biólogos de la Iniciativa Anfibios de Bolivia aprendieron mucho de la historia natural de la rana acuática Sehuencas. Conocieron, por ejemplo, que Romeo (Telmatobius yuracare) posee un llamado de apareamiento especialmente musical.
Los Telmatobius en peligro
La combinación del cambio climático, la pérdida de hábitat, polución y el mortal hongo quítrido han disminuido de manera precipitada las especies de Telmatobius en Bolivia, Ecuador y Perú, según los científicos.
Las posibles causas de la declinación de las poblaciones de los Telmatobius en Ecuador y de otras especies de ranas están relacionadas con la presencia de anormalidades climáticas (años calientes y con escasas lluvias) que coinciden, precisamente, con la época de las declinaciones (1987-1988 y 1993-1994). ‘Creo que este estrés ambiental provocó la muerte de muchos huevos, renacuajos y adultos; y los sobrevivientes, con un sistema inmune disminuido por el estrés, fueron atacados por enfermedades, patógenos y malformaciones’, puntualizó el investigador Merino-Viteri.
En Perú, como en Bolivia, las poblaciones de ranas de bosques nublados son las más afectadas por el hongo quítrido, aunque no se han estado monitoreando estas poblaciones para saber con certeza lo que pasó. ‘Cuando llega por primera vez (el hongo quítrido) causa un evento de mortandad masiva. En el bosque nublado no vive mucha gente, entonces no hay muchos reportes directos de mortandad masiva’, explicó a Mongabay Latam Alessandro Catenazzi, investigador del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Internacional de Florida.
‘Solo sabemos que hasta los años noventa había muchas ranas y de pronto desaparecieron’, acotó el biólogo peruano Catenazzi.
La introducción de la trucha es otra de las causas de la declinación de ranas, señalan los investigadores, aunque en los tres países no se realizaron estudios específicos sobre el tema, o si los hay no están publicados. Se conoce por ejemplo que la voracidad de esa especie introducida está mermando la población de la ranita trepadora serrana y el escuercito de Achala, dos anfibios que solo viven en Argentina.
Con la campaña lanzada para recaudar fondos y buscar en estado salvaje a más ejemplares de la especie de Romeo, se buscaba visibilizar el problema de los anfibios en general, principalmente del género Telmatobius presente en Ecuador, Bolivia y Perú.
‘Quisiera tomar a Romeo como un mensajero que muestra lo que está pasando con su especie y con otros anfibios a nivel mundial. El género Telmatobius está posiblemente considerado extinto en Ecuador y en los bosques nublados de Perú y Bolivia parece ser que todas las especies de ranas de este género están pasando lo mismo. ¡Ya no se encuentra nada!’, expresó Muñoz.
En Ecuador hace más de tres décadas que no se ven las ranas de las especies Telmatobius niger y Telmatobius cirrhacelis, que están categorizadas en Peligro Crítico, y tampoco a la Telmatobius vellardi, categorizada en el rubro de Datos Deficientes.
‘A pesar de que la situación es realmente crítica y no han sido vistas por casi tres décadas es difícil asegurar que no han sobrevivido en algún lugar específico de los Andes, donde no las hemos buscado’, señaló a Mongabay Latam Andrés Merino-Viteri, director de la Iniciativa de Conservación de Anfibios ‘Balsa de los Sapos’ e investigador de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador.
Merino-Viteri aseguró que como Museo de Zoología de la Pontificia Universidad Católica del Ecuador realizaron salidas de campo a sitios donde se encontraban estas ranas sin resultados positivos. ‘Aún tengo esperanza de reencontrarlas algún día’, expresó.
Para el investigador ecuatoriano es difícil asegurar su extinción porque algunas especies —como la Atelopus ignescens y la Atelopus longirostris— que pensaron que había desaparecido, es decir, no habían sido vistas desde 1987, reaparecieron de pronto en los últimos dos o tres años.
No es fácil saber una consecuencia específica de la declinación o la probable extinción de los Telmatobius. Lo que sí saben los investigadores es que se han reportado cambios en la composición de algas en los ríos o de invertebrados acuáticos como consecuencia de la desaparición de ranas en otros sitios del mundo. ‘No hemos hecho estudios específicos en el Ecuador sobre el tema’, reconoció el biólogo.
La extinción de una especie, ‘sí tiene consecuencia’, dijo a Mongabay Latam el biólogo peruano Alessandro Catenazzi, investigador del departamento de Ciencias Biológicas de la Universidad Internacional de Florida. Explicó que en los ambientes acuáticos, los renacuajos y la especie adulta tienen muchos consumidores, por lo tanto su desaparición en ese hábitat desfavorece a otras especies.
Expediciones a toda costa
Los biólogos de Perú, Ecuador y Bolivia coinciden en la importancia de trabajar en la conservación para lo cual la disponibilidad de recursos económicos es una limitante. ‘Hemos desarrollado campañas similares para especies con urgencia de acción para protegerlas de la extinción’, aseveró el científico ecuatoriano Merino-Viteri en relación a la campaña que lanzaron para Romeo.
Ante la crítica situación de los anfibios, en la Iniciativa Anfibios de Bolivia buscan trabajar de manera conjunta con otros investigadores e instituciones. ‘Lo importante es una especie que posiblemente esté ya extinta en estado salvaje. No tenemos mucho tiempo para tener nuestras diferencias y agendas privadas, pues hay especies que se están extinguiendo mientras simplemente estamos viendo desde afuera’, reflexionó el director de la IAB.
Para los científicos impulsores de la campaña el éxito no es solo por el apoyo económico, sino que lo más importante es que la gente haya conocido cómo las especies están desapareciendo. ‘Romeo, que posiblemente es el último individuo de la especie, nos muestra la crisis y mucha gente ni siquiera sabía de esto. Con esta campaña se logró mostrar lo que está pasando con la rana de Sehuencas y con los anfibios en general’, remarcó Muñoz, quien junto a su equipo mantiene la esperanza de encontrar a más ejemplares de la especie, sobre todo a una ‘Julieta’ para Romeo.
Lo peculiar de la campaña #Match4Romeo, que recaudó 25 000 dólares (10 000 más de la meta) en 32 países en todo el mundo —desde el 9 de febrero hasta el Día de San Valentín— es que logró establecer una alianza con la página Match, empresa que opera liderando sitios de citas online por suscripción en 25 países y que aceptó crear un perfil para este anfibio soltero, con el fin de que sus usuarios se sensibilicen sobre esta problemática y donen a la causa.
Imágenes de las ilustraciones publicadas en el portal de citas online Match.
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